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miércoles, 8 de octubre de 2014

Metadisparo del no soneto.

A veces fingimos ser, estar o parecer.

Ser alguien que no somos.
Estar bien.
Parecer normal.

Y nunca funciona.

Recuerdo que al llegar ni me miraste, tú con esa sonrisa que calentaba a medio mundo y que soportaría cualquier derrumbamiento.
Las leyes de la física no paraban de ser desafiadas cada vez que bailabas.
Créeme que si algún tipo de baile debía el nombre a alguien debía ser a ti.
Me he acostumbrado a escribirte sin conectores y no sé por qué.

Habremos perdido la conexión.
Y la cobertura.

Y ahora los dos en modo avión.

A mí se me ha parado el motor
y tú sigues traspasando la barrera del sonido.

Alguien ha disparado,
los dos nos miramos.
Estás sangrando.
Yo lo llevo haciendo mucho tiempo.

Me tranquilizo.

 La poesía sabe llenar el hueco de puta madre.

La poesía sabe cerrar heridas.

Y abrirlas.

Finales


Hay sensaciones que no se pueden medir en un cuerpo y se necesita otro.

Respiras aire entre gente que respira sueños y sueñas viviendo y ya no sabes si vives soñando.

Y todo se resume en unas manos que nunca han conseguido resumirse, en una ecuación que nunca ha conseguido resolverse. En una canción que nunca ha podido acabarse.

En un libro sin escribir.

En una historia entre tú y yo.

Créeme.

Los finales nunca son bonitos.