<<El amor es una puta mierda>> o al menos siempre se piensa eso justo cuando alguien que te importa demasiado desaparece cuando no quieres que lo haga. Y ella no era menos. Él se había ido. Para siempre. Y nunca volverá. Aunque ahora mismo sea lo que más desea.
En el momento en el que alguien se va para siempre sientes como si nunca más pudieras levantar cabeza. Y duele como nunca. Porque hasta ese momento te sentías invencible. Y se va y te conviertes en la persona más vulnerable del mundo. Casi tanto que estás a una sola jugada de que te hagan jaque-mate. Y tú te sientes un peón de esos que matan en los primeros movimientos y no le importa a nadie quitar del tablero.
Y así es el amor, piensa. Es que te maten una y otra vez y tú volver a pedir la revancha. Y él había venido a hacerle jaque-mate tantas veces como había querido. Que si eran siete músculos los que protegían al corazón, ya le había desgarrado los siete y el cabrón seguía latiendo. Muerto de frío, pero seguía latiendo. Y a lo mejor las capas de músculo se recomponen con el tiempo. Quizás. Y ojalá.
Pero lo que sí que tenía claro es que le dejaría cicatriz, por muy superficial que fuera la herida. Y que él había llegado para algo. Para ser su pasado. Que el pasado nunca deja de ser pasado y el presente y el futuro sí que dejan de ser presente y futuro para convertirse también en pasado. Y hay amores que matan, y hay los que matan por amor.
Y el problema está cuando vives un amor que mata y también estás dispuesto a matar por amor.