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sábado, 20 de julio de 2013

Capítulo 5: Siete músculos protegen al corazón.

<<El amor es una puta mierda>> o al menos siempre se piensa eso justo cuando alguien que te importa demasiado desaparece cuando no quieres que lo haga. Y ella no era menos. Él se había ido. Para siempre. Y nunca volverá. Aunque ahora mismo sea lo que más desea.

En el momento en el que alguien se va para siempre sientes como si nunca más pudieras levantar cabeza. Y duele como nunca. Porque hasta ese momento te sentías invencible. Y se va y te conviertes en la persona más vulnerable del mundo. Casi tanto que estás a una sola jugada de que te hagan jaque-mate. Y tú te sientes un peón de esos que matan en los primeros movimientos y no le importa a nadie quitar del tablero.

Y así es el amor, piensa. Es que te maten una y otra vez y tú volver a pedir la revancha. Y él había venido a hacerle jaque-mate tantas veces como había querido. Que si eran siete músculos los que protegían al corazón, ya le había desgarrado los siete y el cabrón seguía latiendo. Muerto de frío, pero seguía latiendo. Y a lo mejor las capas de músculo se recomponen con el tiempo. Quizás. Y ojalá.

Pero lo que sí que tenía claro es que le dejaría cicatriz, por muy superficial que fuera la herida. Y que él había llegado para algo. Para ser su pasado. Que el pasado nunca deja de ser pasado y el presente y el futuro sí que dejan de ser presente y futuro para convertirse también en pasado. Y hay amores que matan, y hay los que matan por amor.


Y el problema está cuando vives un amor que mata y también estás dispuesto a matar por amor.

jueves, 18 de julio de 2013

Capítulo 4: el primero de los 7 pecados.

La historia continúa otro día de verano. Con más Sol que nunca y un poco de tierra seca. A veces hay un poco de aire y ellos sonríen porque no saben por qué el día intenta hacerse frío después de tantos intentos fallidos. La historia continúa con un cigarro en unos labios que no son de ella, pero que saben fumar de la misma forma. Y él los conoce bien, los conoce antes de que llegaran los de ella. Y le sonríe, y le saluda. Y ella sigue fumando con ese ansia de comerse el mundo. Y ella le suelta de la mano. Y se va. Y empieza a andar sin mirar atrás. 

<<Maldito hijo de puta. Y la zorra esa... ¡puf! ¡vaya hostia tiene encima!>>

Luego no sabe cómo volver a recogerle. Porque ya quiere que vuelva. Porque es su hijo de puta. Y ya se muere por tenerle más cerca. Y ya se muere por ir a salvarle. <<Seguro que es alguien con quien no se lleva bien y no querría haber saludado>>. Y ella sigue en sus 15 engañándose. Y él sigue otros 15 minutos hablando con ella. Y vuelve a andar hacia el lado contrario.

Y él se da cuenta de que se aleja. Y se despide de la otra. Y va a encontrarla. Y ese puto camino de piedras. Y qué difícil es seguirla.

—¡Espera! ¡Joder! ¿no ves que te estoy siguiendo? ¿es que acaso no has venido conmigo?

—Ya había venido contigo. ¿Y tú? ¿has venido conmigo o con la gilipollas del cigarro?

—Yo he venido y voy a todos los sitios contigo. No sé por qué dudas.

—Dudo igual que tú dudas. Igual que has dudado en sonreír y en mirarle de la misma forma que a mí.

Y entonces, él manda todo a la mierda y le abraza y le convence diciéndole cosas que tal vez dude al oído para convencerla de que está ahí con ella. Y ella se lo cree y empieza a no tener frío aunque sea pleno verano. Y empiezan a andar juntos.

—¿Quién era?

—Una vieja amiga—suena convincente.

Y era alguien de su pasado, eso era cierto. Pero también fue su pasado. Y es imposible olvidarse del pasado.



miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo 3: El paréntesis de la historia de terceros. Delirios de un imbécil enamorado de sus personajes.

Hoy creo que el número siete está empezando a dominar mi semana. Y creo que estoy empezando a vivir con los personajes. Y me asusta. Y me alegra a la vez. Es como si me estuvieran rogando que su amor durase toda la semana y yo sé y ellos saben (en mi cabeza) que acabarán separándose. Por distintos caminos y por las mismas líneas, que serán las que escriba. No os estoy adelantando el final de estos siete días. Simplemente os estoy recordando que todo acaba. Porque hoy me he levantado enfadado con Hollywood y con su más que usado concepto de ''comedia romántica''. Y me jode, sinceramente, que nos hagan asimilar el amor como comedia. ¡Cómo si el amor fuera todo risa! (¡Y una puta mierda!) Hoy estoy aquí para contaros que el amor no se acaba por dos, sino por tres (y esto es una sencilla regla de tres, y no matemática). Y que estamos obstinados a creer en que el amor se acaba, cuando realmente somos nosotros los que lo asesinamos. 

Y sí. Todos hemos asesinado alguna vez al amor (aunque él nunca lo haría).

Hoy no quiero hablaros sobre cómo él se siente o cómo ella empieza a ser un mar de dudas. Quizás sea al revés y la historia cambie por completo. Hoy no quiero seguir la historia, porque me da miedo. Y me da miedo porque yo también me estoy enamorando. De él. Y de ella. De ellos dos. Y me da miedo verles morir y olvidarlos por completo. Porque no sé ni sus nombres, pero en mi cabeza están sus historias del pasado, sus miedos y sus manías, sus puntos flacos de cosquillas y todas esas sensaciones y cicatrices que definen a una persona. Y, sinceramente, lo que más miedo me da es que sepa cuáles son sus cicatrices y sus puntos flacos porque en el fondo, muy en el fondo, puede que sean los míos propios.

Y creedme que acojona pensar que estás escribiendo sobre tus propios miedos, dudas y sensaciones a gente que no sabe cuántas veces la suerte ha estado de mi parte. 

Y creedme, cuando os digo que todas las veces que nos han roto han sido porque tenían todo el derecho del mundo. Porque no leemos la letra pequeña y nos enamoramos del primer contrato que lleve una promesa.

Siento no haber podido continuar la historia, pero realmente la estoy continuando, porque en mi cabeza ahora mismo está así. Es una historia con las piernas temblando de incertidumbre de no saber qué cojones le pasará mañana. 

Y hoy me siento bien, porque me he dado cuenta de que así es la vida. Que es que las piernas te flojeen por querer que pasen cosas que luego seguramente no pasen. Y que cuando pasan, nos quedamos tan asombrados, que hasta dudamos de que sea cierto.

Pero esto es cierto. Es cierto que se avecina tormenta y que mañana la historia sigue y a mí me dará pena saber que mañana será como mucho su penúltimo día juntos.

[Quizás acabe poniéndoles nombre, porque él y ella me parece una falta de respeto llamarle a alguien a quien tanto quiero].

martes, 16 de julio de 2013

Capítulo 2: Siete es el número mágico.

La historia continúa un 7 de ese mes de verano. Ese mes de verano que recuerdas como si fuera ayer. Ese día que elige el destino para recuerdes el resto de tu vida. Eran las 7 de la tarde y ella llegó tarde, como siempre, a esa cita en el número 7 al lado de aquel bar que declararían después como su santuario. Aquel día 7 ella estaba nerviosa pero él todavía más. Los ''qué me pongo'' y los ''esta camiseta con este pantalón no queda bien, ¿verdad mamá?'' de él. Y los ''me he pasado con el colorete'' y los ''esta camisa tiene demasiado escote'' de ella. Pero todo se soluciona con una sonrisa al saludarse y con una mirada vergonzosa hacia el suelo, que nunca te salva de esas situaciones.

''—Una Coca-Cola para mí y para ella...
—Para mí un agua. Sin gas, por favor.''

Esa es la primera frase que completa el uno del otro, después de que el camarero interrumpa el incómodo silencio del principio. Después la conversación se desata y cuando vuelve el camarero ya no saben ni quién es el que pide los sándwiches. Y ese día 7 empiezan a salvar un poco al mundo, a salvar un poco su mundo. Se habían cruzado tantas veces por la calle y se habían mirado tantas veces a los ojos que ninguno se habría dado cuenta de que la salvación del uno estaba dentro del otro. Ella empieza a sonreír un poco más. Hoy se ha peinado y se ha puesto su camiseta preferida (aunque él no lo sepa). Y a veces se esconde entre el pelo o juega a... <<¡joder! ¡qué sonrisa tan bonita!>> no para de pensar él.

Y a lo mejor es que estaba decidido a que tenían que ser uno ellos dos un día siete. Y a lo mejor estaba decidido a que tenían que ser los 7 días de la semana el uno del otro. Y a lo mejor es que a él le encantaba su sonrisa triste y a ella su miedo al amor. Y a lo mejor él quería saber más sobre qué color se llevaba esa temporada y ella quería saber cómo Batman salvaba la ciudad sin superpoderes. Y a lo mejor son casualidades o es lo que les tenía preparado el destino. Y a lo mejor eran magia. Y a lo mejor ese círculo que rodeaba al 7 de cada mes en el calendario era su forma de declarar el número 7 como el número mágico. 

Y a lo mejor creemos que la magia no existe y luego viene en forma de pequeñas dosis llamadas ''amor''. 


lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo 1: Siete días de la semana.

Voy a empezar contando la historia de cómo los lunes preceden a los martes. Y los martes, a los miércoles. Y cómo los miércoles lo hacen a los jueves. Y así hasta llegar al domingo. Voy a empezar diciéndoos que se levantó un lunes, cansada del domingo y salió a la calle como si fuera sábado. Porque a veces, las mejores historias comienzan un lunes, o fue un viernes (ya no me acuerdo). El caso es que no me acuerdo porque aquel día hizo lo que todos los días. Y todos los días odiaba al mundo por haberla dejado de lado en sus planes. Porque sólo hace falta un día de los 7 de la semana para que tu vida cambie por completo.


Y a lo mejor no te has dado cuenta de que ese día te has levantado con el otro pie, o que no has encendido la luz al despertarte (porque ya había salido el Sol) o que ese día te pusiste pasta de dientes de menta en lugar de elegir tu favorita de fresa. Puede que el lunes te equivocaras de perfume y salieras de tu casa oliendo a algo nuevo. Puede que ese día eligieras mala combinación de ropa, pero estabas más guapa que nunca. Creemos que los lunes no pasan nada especial, hasta que llega el séptimo día y cambias con los seis anteriores. Y te pones esos zapatos viejos que guardas para ocasiones especiales. Y ese bolso que te regaló una chica que un día fue tu amiga. Y no te esmeras mucho al peinarte, porque ''natural estás más guapa''. Y ese día puede que se te olvidaran las llaves de casa al salir por la puerta. Y ese día puede que fuera un día 7 de algún mes de verano. Y ese día alguien rompió tu rutina de los 7 días de la semana para darte 7 razones a las 7 de la tarde para decirte que ese día 7 era un día especial porque os habíais conocido.



Y es que hay gente que aparece de repente y se convierte en tus 7 días. En tu semana. Alguien que llega un día, mientras estás tomando café en el mismo sitio de siempre a la misma hora de siempre para preguntarte que si quieres ser sus 7 días.



Y nadie se puede negar a ser la rutina de nadie. Y menos a ser su rutina preferida.


7DÍASBAJOCERO