Seguidores

Vistas de página en total

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Hablar un poco de mí y acabar hablando de ti.

Hoy, he desecho mis planes otra vez.
Lo siento, no vengo a hablaros de nada en especial y creo que es la primera vez que escribo verdaderamente para desahogarme. Porque, no sé, necesito contarle a alguien, que no tiene cara y tiene muchas a la vez, que no sé lo que hago.
Necesito contarle al mundo que estoy en un momento de mi vida que no sé por qué sigo dando pasos, por qué me despierto por las mañanas y sigo haciendo la misma mierda de siempre.
Hoy, querido lector, mejor dicho, esta noche, te toca aguantarme a mí (aunque te pese demasiado).
Quizás esté escribiendo esto porque con el último cigarrillo que me he fumado he pensado demasiado y me he preguntado, por fin, la pregunta que no paraba de rondarme por la cabeza.

<<¿Te estás convirtiendo en el chico que querías ser?>>
Si os digo la verdad, no me he sabido contestar.

Puede que sí, que esté siendo quien soy porque así me gusto. A veces distante, a veces con tantas ganas de abrazar que no lo hago. A veces tan inexpugnable, y a veces un cristal que se ha roto y no se puede arreglar. A veces correcto, y otras tantas tan desastre que no aguanto tanto caos.

A veces dibujo, otras me dedico a sobrevivir. Hay veces que me siento a tocar el piano, y hay otras que incluso intento cantar. Hay veces que escribo, como ahora, y otras veces intento hacerme creer que estudio la carrera de mi vida.

Hay veces que justo cuando cierro los ojos y empiezo a dormir, me despierto en Madrid.

Es como que nunca acabo de encontrar mi lugar en el mundo.

Y es jodidamente difícil.

Es como si hubiera estado diecinueve años viviendo sin más. Respirando, disfrutando de los momentos, ya sabéis, lo que se suele hacer en la buenas etapas de la vida.

Pero ahora, me estrello de frente con preguntas que os juro que no quisiera contestarme. Es como que siempre me atraso las respuestas, que nunca encuentro un hueco libre en un banco para sentarme a pensar, o que quizás nunca tenga demasiado tiempo de mi presente para dedicárselo a mi futuro. Tal vez.

O tal vez le tenga miedo a crecer, a no cumplir sueños, ni expectativas. Quizás es la hostia fuerte después de aspirar siempre alto (el optimismo es una mierda). A lo mejor tengo miedo a ser la persona que no quería ser.

Después de todo esto, estaba dándole las últimas caladas al cigarro, y he encontrado algunas respuestas a mi pregunta:

<<Estoy vivo. Soy así porque así han sido las cosas que he vivido y eso nadie lo puede cambiar. Y ahora mismo tengo valores que siempre me ha gustado tener, como el creer en la amistad, en el amor de los pequeños detalles, en las sonrisas y su poder, en la música y en escribir.>>

Os juro que cambiaría mil cosas tal y como están. Que ahora mismo me gustaría estar en sitios en los que no puedo estar con personas con las que tampoco podría estar. Que hay veces que necesito a gente en mi vida que no saben ni cómo me llamo, y eso me hace tan frágil que me rompo sin tocarme.

Pero me gusta así. Me gusta ser débil a las cosas bonitas del mundo, a su voz y a sus fotografías.

Así que he acabado el cigarro y he subido a casa. Hoy hacía mucho más frío que nunca. Otra cosa que cambiaría. Pero después he abierto la puerta, he visto que no estabas y me he dado cuenta que con cambiar sólo eso, cambiarían todas las demás. Incluso el frío.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La mejor forma. O la peor.

No hay forma más bonita de romperse
que decirnos ''te quiero''
y que no haya nunca un ''pero'' después.

Inventando nuestras noches,
cambiando el insomnio por tu espalda,
el café por sexo,
la televisión por amor,
el capítulo de aquella serie por más sexo,
cambiar los días por noches,
la música por tu voz,
el libro por tu voz.
Cambiar todo por tu voz.
En cualquier formato.

No hay forma más bonita de rompernos
que esperarte a que bajes a tu portal,
a que cojas el coche
y me lleves a cualquier sitio del mundo
(me da igual adónde ir,
mientras sea contigo).

Creando paisajes,
que nunca superarán
cuando amaneces.
Ese momento en el que el sol
se despierta,
intentando imitarte,
como si pudiera brillar más que tú.

No hay forma más bonita de romperse,
que hacerlo en tantos pedazos
que nunca podamos reconstruirnos.
Ser un puto rompecabezas
cuya única solución sólo 
pueda realizarse con tus manos.

En una cama desecha
nos deshacemos mientras
el sol se esconde otro día,
cansado de intentar iluminarte.
Porque Madrid no necesita más luz,
porque ella brilla sola.

No hay peor forma de romperse
que cuando te dicen:

''No me vuelvas a llamar''.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Donde solíamos estar.

El invierno siempre llega
para congelarlo todo.
Corazones, primaveras,
el otoño es solo una premisa
del frío que vamos a pasar.
Tú y yo.

Otra vez bajo cero, 
otra vez miradas perdidas,
chaquetas con la cremallera 
hasta arriba.
Y hasta arriba también volcamos 
nuestros vasos.
Colocados sin permiso,
andando por el mundo como
uno más, 
queriendo ser uno menos.

Inventando ciudades donde 
vivir historias que soñamos,
porque donde vivimos no hay
otros lugares donde soñar
que no sean tus piernas.

Creándonos a partir de 
inseguridades, de planes
de futuro, aunque siga
estancado en un pasado 
en el que sólo estabas tú.

Y aún sigo pasando
todos los días por 
los mismo sitios, 
por las mismas puertas,
por el mismo camino
hasta llegar a casa. 
Sigo comprándome
el café en el bar de la
esquina. Y en la esquina
sigo fumándome el 
cigarro después de clase.
Sigo escuchando
el mismo grupo
que me recomendaste,
sigo leyendo a Hemingway,
aunque París
ya no sea una fiesta.
Sigo sin creer en Dios,
porque cuando madrugo
no está para ayudarme.
Sigo despertándome
en mi cama, y 
sigo durmiendo 
(aunque cada vez menos).

Ya lo sabes.
Todo sigue igual.
El mundo sigue girando.
Lo único es que tú no estás.



¿A que no sabes dónde he vuelto hoy?

sábado, 2 de noviembre de 2013

Y vuelves para preguntarme que por qué odio la lluvia.

Ese día llovía. 
Llovía hasta convertirse las calles en algo así como una sensación de cuando tienes un día en el que todo te sale mal. Pues así corría el agua. Y nosotros que corríamos en dirección contraria. Siempre a contracorriente, intentando hacernos fuertes de algo que acababa con nuestras fuerzas, y con nosotros mismos.

Recuerdo que llevabas el pelo mojado, y que te quedaba igual de bien que cuando salías de la ducha. Que llevabas la ropa calada, y recuerdo que esa camiseta te quedaba mejor cuando la tirabas al suelo. También recuerdo que yo llevaba calados hasta los huesos, con el miedo y el frío de una noche de tormenta no tan grande como aquella.

Recuerdo el calor de tus manos, siempre atentas a los peligros externos, otra vez salvando vidas. Recuerdo también la inclinación a la que caían las gotas sobre tu espalda haciendo precipicios de vértigo, como si no tenía suficiente con mirarte a los ojos.

Tú me sueltas. 
Y yo te espero.
Creía no haberte perdido, entre aquella ciudad hecha océano.
Y ahora empezaba a lloverme por dentro.

Tu respuesta a mis porqués nunca me pareció buena excusa para dejar de verte
porque solo me decías que no había razones, simplemente que se había acabado.

Entonces, cuando te veía irte, con las manos en los bolsillos, como el que acaba de resolver un problema, comprendí que el amor es así. Y que también era bonito de alguna forma verte partir, porque de algún modo yo iba a seguir sintiendo exactamente lo mismo. Porque estés o no estés voy a seguir queriendo verte por aquí, que sigas siendo mi rompecabezas y que te resuelvas por ti mismo y que me resuelvas a mí. Que voy a seguir queriendo reírme haciéndote cosquillas, o que me abraces y no digas nada cuando sepas que no tienes que hacerlo. Voy a seguir queriendo que me mires cuando yo baje la mirada.

Entonces, fue, que te vi irte, comprendiendo que el amor no era esperarte ni haberte querido. Para mí el amor era esa mierda de quererte. El amor era verte ir, sin poder hacer nada para que te des la vuelta, me mires, y saber que estos dos segundos en los que solo has cruzado la calle han sido los peores de mi vida. El amor es no poder gritarte porque la lluvia sonaba mucho más. 

El amor es calarte, helarte, recorrerte, ganarte, perderte, perderme, follarte, soñarte, gritarte, sonreírte, escucharte, suicidarme.
El amor es tu canción favorita sonando en bucle.
El amor es tú yéndote mientras no parábamos de mojarnos.

El amor es que tú vuelvas para preguntarme que por qué odio la lluvia.