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domingo, 27 de enero de 2013

Como locos.

Hay veces que la vida te hace volverte loco, ¿no? A lo mejor es la única opción. Ser un loco de la vida.

Hay veces que la vida te pone cabeza abajo, te da de hostias y te pone trescientas mil piedras en el camino. 
Hay veces que no sabes ni cómo caminar sin volver a tropezarte. Tan solo te queda caer una y otra vez. Y otra vez. Y no sabes ya qué pie poner ni dónde pisar.

Hay veces que la vida te da una oportunidad, y es ese momento en el que tienes que ver el lado bueno de las cosas. Ese momento en el que, de repente, aparece una sonrisa que hace que tus ojos brillen de otra manera. Hay veces que se te olvida el pasado, el cómo has llegado hasta donde estás. Pero eso ya no importa...

<<El destino tiene permiso para romperte el corazón varias veces. Eso es innegociable.>>

Hay veces que el destino te pone a alguien, que también tropieza. Pero, ¿sabes? los tropiezos a medias saben mucho mejor que a solas. Hay veces que la locura es cordura, y en la vida mucho más. Hay veces que ser un niño te convierte en adulto. Hay veces, que el amor duele. Y hay otras tantas veces que por amar, duele hasta rabiar. Y hay otras veces que lo que antes era difícil se vuelve simple, y que la respuesta estaba meses enfrente de tus ojos. Hay veces que una sonrisa puede cambiar el mundo. Entonces, ¿por qué no sonreír?

En ese momento, ves que ella tiene la posibilidad de cambiar tu mundo. 

Hay veces, que el amor llama a tu puerta. Y, es entonces, cuando empieza la locura. Empiezas a quererle como un loco.

                                                       Silver Linings Playbook (El lado bueno de las cosas).

miércoles, 9 de enero de 2013

Al final, todos rotos.

Se sienta. Le tiemblan las piernas, las manos y, quizás, también el alma. Le tiembla el mundo. Coge folios, coge un bolígrafo e intenta empezar a escribir:

Papá, mamá...

Tira el papel. Intenta de nuevo.

—He intentado hacer todo lo posible...

Tampoco es una buena forma de empezar. Y, entonces, empieza a llorar. E intenta impedirlo mirando hacia arriba y mordiéndose el labio inferior, como en todas las situaciones difíciles que ha tenido en su vida. Después, se enjuaga las lágrimas con la manga de la camiseta y escribe. Escribe algo concreto, directo, pero sincero:

—Lo siento.

Sí. Definitivamente le gusta. Es una buena forma de empezar y de terminar una carta de suicidio. Después, ahí está, su vida colgando del bote de pastillas que tiene enfrente. Su vida dependiendo de ella misma. Ella tiene el manejo de acabar con su vida o de que siga. Pero no le gusta cómo sigue. Es un ahora o nunca. Un todo o nada. Es un 'o gana ella o ganan ellos'.

¿Y al final quién gana la partida?

¿Ella? ¿Esa que tiene marcadas las muñecas de putadas? ¿Esa que llora hasta dormirse del cansancio cada noche? ¿Esa que mira de reojo a la vida por habérsela jugado tantas veces?

¿Quién gana la partida?

¿Ellos? ¿Todos esos hijos de puta que han intentado hundirle tantas veces hasta verla en el suelo? ¿Todos esos que no le han dejado nunca encajar en una sociedad podrida?

Ella ha dado tanto por perdido que ha perdido hasta la sonrisa, que ha perdido la partida. Ella, que ha perdido la vida.

Después, todos rotos. Una familia desmembrada, unos amigos que no aguantan el no ver a aquella chica que sonreía de vez en cuando. Una habitación vacía en la que una madre hundida no puede ni entrar. No queda nada. Ya se ha ido para siempre.

Y quién diría. A lo mejor habría llegado lejos. A lo mejor habría sido una mujer a la que admirar. A lo mejor no se había fijado en que el chico de al lado le había sonreído aquella tarde. A lo mejor no se había fijado en que su madre solo quería protegerla y no joderle la vida. A lo mejor no se había fijado en todos esos pequeños detalles que le dan sentido a la vida. A lo mejor ella misma había sido caos, su propia autodestrucción. A lo mejor no había sabido ver esa pequeña luz en toda esa inmensa oscuridad.







Dedicatoria: Este texto va dedicado a todas aquellas personas (chicos y chicas) que han pensado alguna vez en acabar con su vida. No seáis tontos, no hay mejor regalo que poder respirar. A todos aquellos que piensan que su vida es una mierda, no os quedéis parados ni busquéis soluciones fáciles. Luchad. Luchad por lo que queréis y por cambiar el rumbo de vuestra vida si no os gusta el camino al que lleva. Todos hemos tenido momentos en los que nos flaquean las piernas, pero todo sigue. El mundo sigue girando. Así que pensad en que si no os gusta vuestro mundo, no acabéis con él, simplemente luchad por cambiarlo. Luchad, y ya no solo por vosotros mismos, sino por aquellos que os quieren y que matarían y morirían por vosotros. Y sí, siempre hay al menos una persona capaz de dar la vida por vosotros.

Gracias.

jueves, 3 de enero de 2013

Un propósito imposible.

Este año me he prometido olvidarte.

No sé ni siquiera cuántos cigarros me costará hacerlo. Ni cuántas copas de más. No sé cuántas veces tendré que pensar en ti y en tus mil formas distintas de sonreír.

Este año me he prometido olvidarte.

Olvidar tus maneras, tus ojos, tu letra al escribirme las cartas. Olvidar todo lo que me has dicho. Todo lo que nos dijimos. Olvidar tus promesas y tus manías (a las que estaba enganchado desde el primer día).¡

Este año me he prometido olvidarte.

Y yo soy un chico de palabra. Este es mi propósito para el año nuevo. Y creo que es suficiente. Creo que tengo suficiente con dejar atrás mi vida y empezar a escribir en otro libro en el que no aparezcas ni como personaje secundario. 
Te dije que eras mi heroína, y eso implica ser la protagonista y no la antagonista de esta historia sin final. 
Así que perdona si le pongo punto y final a esto y sustituyo tus puntos suspensivos. Pero es que nunca me gustaron las historias en las que no se sabe qué le pasará. Y yo necesito a alguien que me salve, que no me falte ni me falle. Alguien que sepa cómo encontrarme dónde yo mismo estoy perdido. Alguien que me mire y yo sepa que soy su preferido en el mundo.

Así que perdóname si te olvido.
Este año me he prometido olvidarte.
Este año me he prometido olvidarme.
Este año me he prometido olvidarnos.