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lunes, 18 de junio de 2012

Amor, así te llaman.

Te he buscado hasta en las caladas de mis cigarros, amor, y no te he encontrado. Te he buscado hasta en el listín telefónico, y no aparecía tu nombre. Te he buscado de boca en boca, pero aunque todo el mundo habla de ti nadie sabe cómo eres, amor. Todo el mundo quiere encontrarte, amor. Estás en busca y captura. Pero todos tienen miedo de que si les encuentras, sean ellos quienes sufran. ¡AMOR, AMOR, CATÁSTROFE! Dicen que destrozas vidas, que rompes sentimientos y que pones a dieta a corazones con sobrepeso. Amor, dicen que si llegas, quiebras las columnas y los tiempos, y ya no tienes percepción ni siquiera de la cordura. Dicen que puedes hacer volar, sin alas, pero que también puedes estampar contra el suelo, produciendo una hostia casi mortal. Amor, así te llaman, yo te llamo un sentimiento como otro cualquiera. Amor, dicen que no das lugar a límites, que el cielo se queda corto y que la cama es el mejor escalón para llegar a ti. Amor, dicen que un beso es la mejor forma de transmitir tu enfermedad. Dicen que haces escribir los mejores versos, pero yo creo que las mejores palabras salen desde el dolor. Amor, dicen que te cuelas hasta en los sueños, que produces esa sensación de estar en una nube, pero yo soy de esos que despierto y me tiro para darme contra el suelo. Amor, a mí no me confundas, que luego me vuelves loca la cabeza y no sé ni si quiera cómo me llamo, ni dónde vivo. No sé, ni siquiera, si tengo los pies sobre el suelo.

martes, 5 de junio de 2012

¡SORPRESA! El cielo no es para nosotros.

¡Quién fue el que dijo que el cielo era para nosotros! ¿Rozar el cielo con la punta de los dedos? Antes sobrevivo a una caída desde un séptimo piso. No te engañes, no hay nadie que se merezca ni una nube de ahí arriba. Todos tenemos esa parte oscura por dentro que se traicionaría hasta a sí misma. Y no digo que no sea bonito fingir que puedes volar, fingir que puedes llegar así de alto. Lo malo es que no lo haces, y eso hace que te merezcas aún menos respirar el aire de los ángeles. Y me refiero a fingir que puedes volar...¡si no puedes volar, al menos fíngelo! ¡Finge que puedes estar ahí arriba y que cualquier ser volador te tendría que tener envidia! Que sin esperanza, el mundo estaría perdido. Dime tú qué harías sin la esperanza de llegar a ser alguien en la vida. Sin la esperanza de tener una vida medio deseada. Es eso mismo. La esperanza, las ganas de volar. Sinónimos. Como vivir y amar. Y no es que haga juegos del lenguaje, es que el lenguaje juega conmigo y yo me divierto con él. Lo utilizo para comprender una pequeña parte de lo incomprensible. Y ya no es que hable de amor en el sentido que te esperas. Hablo de amar en todas sus formas y conjugaciones. Puedes amar a una persona y no besarle ni hacer el amor con ella. Puedes amar una cosa por encima de una persona. Hablo de amor,  de sentimientos, que es lo que nos mueve en este mundo que nadie entiende. Y no me habléis de sociólogos o filósofos que intentan entender las partes más abstractas del ser humano. Ellos no saben más que generalizar conceptos, y nunca entenderán el tipo de amor concreto de una persona a otra.
¡Sorpresa! La vida no es como te esperabas. Pero eso no es nada nuevo, ya la gente te lo avisa. No estás en una película, ni en una novela, ni siquiera eres la musa de un poema. La vida es dura, ya lo acabarás entendiendo. Y conforme vayas creciendo los problemas aumentarán de complejidad y cada vez será más difícil resolverlos. Llegará, incluso, el día que tomes la decisión equivocada para resolver el problema que te plantea esta puta vida y ya te habrás desviado tanto del camino. que no sabrás volver adonde empezaste. ¡Sorpresa! Que hay pocos finales felices. Y no hay tantas perdices para que toda la gente pueda comerlas. Y ahora estarás pensando lo contrario, pero algún día te acordarás de mis palabras dieciochoañeras que tienen de vida lo que cualquiera. Que tal vez no haya madurado lo suficiente como para dar consejos sabios, pero no soy una fruta, y te hablo desde la propia experiencia. Que si tienes algún problema, intenta resolverlo de la mejor manera. ¡Rómpete la cabeza! Que la ecuación no es tan difícil como para resolverla. Y cuando termines con el problema, ponte en guardia que vendrá la siguiente ecuación con dos incógnitas. ¡Sorpresa! Que el cielo no es para nosotros, que el cielo es para los que saben volar, y a nosotros nos cortaron las alas. Mírate detrás y verás esos huesos que sobresalen que no son más que restos de unas pequeñas alas que en su día tuvimos. ¡Sorpresa! Que no puedes volar, que algún hijo de puta nos condenó a estar en la Tierra y a pisar barro. Que el cielo no es para mí, ni para ti, ni para el otro. Pero acuérdate, que las ganas de volar no te las quite nadie, que es lo único que nos queda, la esperanza de poder sobrevolar los problemas. La esperanza de llegar bien alto como para ver tan pequeños a los de ahí abajo que ya sean insignificantes. ¡Sorpresa! ¿He dicho sorpresa? Quería decir vida, que no es ni más ni menos que sinónimo de sorpresa. Prepárate, que la vida es esa continua aparición de sorpresas. Que vivir es sorprender, que vivir es amar. Que vivir es sobrevivir a este mundo de problemas. 

sábado, 2 de junio de 2012

Como el café

Como el café. Ellos se amaban a casi todas las horas del día. Menos unas cuantas, en las que el trabajo les impedía pensar en el otro. La base de su éxito se basaba en dejarse llevar. Tan solo eso, dejarse guiar por los sentimientos. Parece demasiado fácil, pero es muy difícil encontrar a alguien que también se deje llevar por el mismo sentimiento que tienes tú.
Como el café. Nada más despertar, a media mañana y después de comer. Esas eran sus horas para dejarse llevar por la pasión y enredarse entre las sábanas blancas de su cama. Luego, la noche, era para descansar de todo ese día, aunque alguna que otra vez también 'tomaban café' antes de dormirse. Tomaban una tacita de amor descafeinado, que si no luego se ponían demasiado nerviosos.
Como el café. Calientes. Cuerpo encima de cuerpo y mezcla de pieles. Se difuminaban sus contornos hasta que solo parecían uno. Y como la cafetera, ese ruido extraño que emite, ella gemía, sobre los oídos de él. Aquellos intensos segundos de orgasmos era como aquel café espeso y amargo, pero que te alivia la garganta. Ella le cogía de la cabeza y le besaba. Y la cintura de ella quedaba rodeada por las manos de él.
Como el café. Que tiene múltiples formas: con leche, cortado, solo, bombón... Ellos igual. En la mesa de la cocina, en la cama, en la hamaca del jardín o en la alfombra de pelo que adornaba el salón. No estaban hechos para la rutina, que el café tampoco, por sus múltiples formas de ser tomado.
Como el café. Casi negro. Como su futuro. Y que caduca. Como el amor. Simplemente llega el día en que ya no lo endulzas con azúcar y te empieza a disgustar. Entonces, llega el momento, en que dejas la taza llena sobre la mesa, te das cuenta que has aborrecido el sabor y te vas, dejando ahí el café.