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domingo, 16 de diciembre de 2012

Lo que quieras, menos un final como Romeo y Julieta.

¿Sabes cuál es esa sensación de besar de puntillas?

¿Sabes cuál es esa sensación de querer tanto que los dedos se te pongan en tensión?
¿Sabes cuál es esa sensación de que alguien sea tan necesario que hasta te dé vergüenza?

Ella siempre me responde lo mismo: <<Claro que lo sé, cada vez que te miro, te beso, te toco. Cada vez que me subo encima de ti y noto ese vértigo del amor. Cada vez que me miras y no me acuerdo ni de cómo me llamo. Claro que lo sé, cariño.>>

Yo siempre le digo que no me entiende, que la sensación es siempre la misma, pero distinta. Es esa sensación que todo el mundo conoce y que todo el mundo ha intentado describir, pero que nadie lo ha logrado. Que Neruda o Salinas se intentaron acercar, pero que tampoco lo han conseguido. Esa sensación que nos intentan enseñar las películas. Eso que todos sienten. Joder, ¿cómo se llamaba? ¿cómo te llamaba a ti?

<<Amor. Así me llamas.>>

Eso. Exactamente eso. Es amor. Pero solo lo entiendo si le llamo a ella. Porque si no no tiene sentido. Dios,¿y qué tiene sentido sin ella? 

Sin ella, mis cicatrices no tendrían nombre. 
Y yo no tendría a quien echar de menos.

<<SIN TI NADA>>

Sin ti, solo un final con palabras de Sabina y con sabor a Romeo y Julieta:

<<Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres.>>



Quédate una noche más. He preparado cena para dos.

—He preparado cena para dos. Quédate, venga.
—Me tengo que ir. A mi cama le jode que no te llore cada noche.



—Hace frío. No aguantarás el invierno hasta tu casa.


—Lo llevo aguantando ya demasiado. Me he acostumbrado a estar sin ti. Al frío sin ti.



—Una noche. Prometo abrazarte. Prometo que no pasarás frío.



—El problema es que esta noche puede que no pase frío, por tus brazos. Pero estoy segura de que mañana no estarán ya por la noche y entonces será vuelta a mi rutina, a mi ruina. Vuelta al diciembre solo con la almohada. Volverá a ser lo mismo, ¡joder! ¿Es que no entiendes que no te quiero solo para el calor de una noche? Hace frío sin ti— coge un cigarrillo y se lo enciende con la vela que había en el centro de la mesa.



—Es que yo no puedo estar seguro de quererte en mi cama todas las noches que me quedan.



—Justo es eso lo que quería decirte: yo necesito a alguien que esté seguro de querer abrazarme por las noches, porque necesite de mi piel y de mi respiración. Y que solo necesite de mi piel. Alguien que no me prometa el cielo si no sabe bajármelo. Alguien que me escriba notas por las mañanas con el mismo pero distinto te quiero en la posdata. Alguien que me prepare cenas como las de esta noche, pero que no sea para llevarme a la cama a follar, sino para llevarme a la cama a hacer el amor. Alguien que lea en mis ojos qué cojones me pasa, o si tengo frío. Alguien que me entienda incluso mejor que yo. Alguien que me prometa, y que cumpla. Alguien simple, joder. ¡No pido tanto! ¡Solo alguien que me quiera, y que se le vea en la forma en la que me mira! Y a ti eso no se te ve en los ojos. Y, hazme caso, que es lo más jodido en el mundo ver que no me miras igual que yo te miro. Por lo menos, espero que llegue algún día la tía que tenga los ovarios de ponerte los huevos en la garganta cada vez que se pasea por tu lado, la tía que te produzca insomnio por las noches. Esa tía que tendrá tu vida sobre sus manos. Justo entonces, te sentirás la persona más débil y vulnerable del mundo. Porque justo entonces le habrás dado a alguien la posibilidad de destruirte por completo. Justo entonces, me entenderás.—recoge su bolso y se pone el abrigo. Y antes de salir por la puerta que da a la calle, grita: ¿Sabes? Al final acabas acostumbrándote al frío.—después cierra la puerta para siempre.