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martes, 31 de diciembre de 2013

Every step you take.

Formábamos corrientes circulares,
entre pasos, en saltos, entre conciertos.
Nunca terminábamos lo que empezábamos,
nos dejábamos hasta a nosotros mismos a medias.
Cuando era el punto clave justo la media aritmética
entre las coordenadas de todos los puntos desde
que empezaban tus medias hasta la rotura de en medio.
Y allí, justo en medio, entre tantos puntos sin razón,
que formaban una infinidad de planos,
de convergencias entre rectas,
de rectas entre planos,
entre todas esas intersecciones,
solo sabía verte a ti
intersectando con el sol.

Siempre tuyo.
Como quien intersecta con cristales,
que espera acabar herido.
Pero tú siempre acababas
fundiendo la estrella.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Noticias.

Señoras, señores, vengo con noticias (no sé si son buenas todavía). 
La mala noticia es que dejaréis de verme un tiempo por aquí. La buena es la razón, y es que el tiempo y el espacio se va a dedicar a la escritura de algo (no lo quiero llamar libro).
No puedo adelantaros mucho, porque no sé si las cosas saldrán como espero (que ojalá que sí). Solamente deciros que gracias por el apoyo y por las ganas que me dais de que todo esto salga adelante. Espero no defraudaros y que pronto me tengáis en versión papel en vuestras noches turbias. 

Cuando haya algo más, os mantendré informados. 

Mientras tanto, me tenéis en mis redes sociales.

Mucho amor y mucha poesía.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Hablar un poco de mí y acabar hablando de ti.

Hoy, he desecho mis planes otra vez.
Lo siento, no vengo a hablaros de nada en especial y creo que es la primera vez que escribo verdaderamente para desahogarme. Porque, no sé, necesito contarle a alguien, que no tiene cara y tiene muchas a la vez, que no sé lo que hago.
Necesito contarle al mundo que estoy en un momento de mi vida que no sé por qué sigo dando pasos, por qué me despierto por las mañanas y sigo haciendo la misma mierda de siempre.
Hoy, querido lector, mejor dicho, esta noche, te toca aguantarme a mí (aunque te pese demasiado).
Quizás esté escribiendo esto porque con el último cigarrillo que me he fumado he pensado demasiado y me he preguntado, por fin, la pregunta que no paraba de rondarme por la cabeza.

<<¿Te estás convirtiendo en el chico que querías ser?>>
Si os digo la verdad, no me he sabido contestar.

Puede que sí, que esté siendo quien soy porque así me gusto. A veces distante, a veces con tantas ganas de abrazar que no lo hago. A veces tan inexpugnable, y a veces un cristal que se ha roto y no se puede arreglar. A veces correcto, y otras tantas tan desastre que no aguanto tanto caos.

A veces dibujo, otras me dedico a sobrevivir. Hay veces que me siento a tocar el piano, y hay otras que incluso intento cantar. Hay veces que escribo, como ahora, y otras veces intento hacerme creer que estudio la carrera de mi vida.

Hay veces que justo cuando cierro los ojos y empiezo a dormir, me despierto en Madrid.

Es como que nunca acabo de encontrar mi lugar en el mundo.

Y es jodidamente difícil.

Es como si hubiera estado diecinueve años viviendo sin más. Respirando, disfrutando de los momentos, ya sabéis, lo que se suele hacer en la buenas etapas de la vida.

Pero ahora, me estrello de frente con preguntas que os juro que no quisiera contestarme. Es como que siempre me atraso las respuestas, que nunca encuentro un hueco libre en un banco para sentarme a pensar, o que quizás nunca tenga demasiado tiempo de mi presente para dedicárselo a mi futuro. Tal vez.

O tal vez le tenga miedo a crecer, a no cumplir sueños, ni expectativas. Quizás es la hostia fuerte después de aspirar siempre alto (el optimismo es una mierda). A lo mejor tengo miedo a ser la persona que no quería ser.

Después de todo esto, estaba dándole las últimas caladas al cigarro, y he encontrado algunas respuestas a mi pregunta:

<<Estoy vivo. Soy así porque así han sido las cosas que he vivido y eso nadie lo puede cambiar. Y ahora mismo tengo valores que siempre me ha gustado tener, como el creer en la amistad, en el amor de los pequeños detalles, en las sonrisas y su poder, en la música y en escribir.>>

Os juro que cambiaría mil cosas tal y como están. Que ahora mismo me gustaría estar en sitios en los que no puedo estar con personas con las que tampoco podría estar. Que hay veces que necesito a gente en mi vida que no saben ni cómo me llamo, y eso me hace tan frágil que me rompo sin tocarme.

Pero me gusta así. Me gusta ser débil a las cosas bonitas del mundo, a su voz y a sus fotografías.

Así que he acabado el cigarro y he subido a casa. Hoy hacía mucho más frío que nunca. Otra cosa que cambiaría. Pero después he abierto la puerta, he visto que no estabas y me he dado cuenta que con cambiar sólo eso, cambiarían todas las demás. Incluso el frío.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La mejor forma. O la peor.

No hay forma más bonita de romperse
que decirnos ''te quiero''
y que no haya nunca un ''pero'' después.

Inventando nuestras noches,
cambiando el insomnio por tu espalda,
el café por sexo,
la televisión por amor,
el capítulo de aquella serie por más sexo,
cambiar los días por noches,
la música por tu voz,
el libro por tu voz.
Cambiar todo por tu voz.
En cualquier formato.

No hay forma más bonita de rompernos
que esperarte a que bajes a tu portal,
a que cojas el coche
y me lleves a cualquier sitio del mundo
(me da igual adónde ir,
mientras sea contigo).

Creando paisajes,
que nunca superarán
cuando amaneces.
Ese momento en el que el sol
se despierta,
intentando imitarte,
como si pudiera brillar más que tú.

No hay forma más bonita de romperse,
que hacerlo en tantos pedazos
que nunca podamos reconstruirnos.
Ser un puto rompecabezas
cuya única solución sólo 
pueda realizarse con tus manos.

En una cama desecha
nos deshacemos mientras
el sol se esconde otro día,
cansado de intentar iluminarte.
Porque Madrid no necesita más luz,
porque ella brilla sola.

No hay peor forma de romperse
que cuando te dicen:

''No me vuelvas a llamar''.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Donde solíamos estar.

El invierno siempre llega
para congelarlo todo.
Corazones, primaveras,
el otoño es solo una premisa
del frío que vamos a pasar.
Tú y yo.

Otra vez bajo cero, 
otra vez miradas perdidas,
chaquetas con la cremallera 
hasta arriba.
Y hasta arriba también volcamos 
nuestros vasos.
Colocados sin permiso,
andando por el mundo como
uno más, 
queriendo ser uno menos.

Inventando ciudades donde 
vivir historias que soñamos,
porque donde vivimos no hay
otros lugares donde soñar
que no sean tus piernas.

Creándonos a partir de 
inseguridades, de planes
de futuro, aunque siga
estancado en un pasado 
en el que sólo estabas tú.

Y aún sigo pasando
todos los días por 
los mismo sitios, 
por las mismas puertas,
por el mismo camino
hasta llegar a casa. 
Sigo comprándome
el café en el bar de la
esquina. Y en la esquina
sigo fumándome el 
cigarro después de clase.
Sigo escuchando
el mismo grupo
que me recomendaste,
sigo leyendo a Hemingway,
aunque París
ya no sea una fiesta.
Sigo sin creer en Dios,
porque cuando madrugo
no está para ayudarme.
Sigo despertándome
en mi cama, y 
sigo durmiendo 
(aunque cada vez menos).

Ya lo sabes.
Todo sigue igual.
El mundo sigue girando.
Lo único es que tú no estás.



¿A que no sabes dónde he vuelto hoy?

sábado, 2 de noviembre de 2013

Y vuelves para preguntarme que por qué odio la lluvia.

Ese día llovía. 
Llovía hasta convertirse las calles en algo así como una sensación de cuando tienes un día en el que todo te sale mal. Pues así corría el agua. Y nosotros que corríamos en dirección contraria. Siempre a contracorriente, intentando hacernos fuertes de algo que acababa con nuestras fuerzas, y con nosotros mismos.

Recuerdo que llevabas el pelo mojado, y que te quedaba igual de bien que cuando salías de la ducha. Que llevabas la ropa calada, y recuerdo que esa camiseta te quedaba mejor cuando la tirabas al suelo. También recuerdo que yo llevaba calados hasta los huesos, con el miedo y el frío de una noche de tormenta no tan grande como aquella.

Recuerdo el calor de tus manos, siempre atentas a los peligros externos, otra vez salvando vidas. Recuerdo también la inclinación a la que caían las gotas sobre tu espalda haciendo precipicios de vértigo, como si no tenía suficiente con mirarte a los ojos.

Tú me sueltas. 
Y yo te espero.
Creía no haberte perdido, entre aquella ciudad hecha océano.
Y ahora empezaba a lloverme por dentro.

Tu respuesta a mis porqués nunca me pareció buena excusa para dejar de verte
porque solo me decías que no había razones, simplemente que se había acabado.

Entonces, cuando te veía irte, con las manos en los bolsillos, como el que acaba de resolver un problema, comprendí que el amor es así. Y que también era bonito de alguna forma verte partir, porque de algún modo yo iba a seguir sintiendo exactamente lo mismo. Porque estés o no estés voy a seguir queriendo verte por aquí, que sigas siendo mi rompecabezas y que te resuelvas por ti mismo y que me resuelvas a mí. Que voy a seguir queriendo reírme haciéndote cosquillas, o que me abraces y no digas nada cuando sepas que no tienes que hacerlo. Voy a seguir queriendo que me mires cuando yo baje la mirada.

Entonces, fue, que te vi irte, comprendiendo que el amor no era esperarte ni haberte querido. Para mí el amor era esa mierda de quererte. El amor era verte ir, sin poder hacer nada para que te des la vuelta, me mires, y saber que estos dos segundos en los que solo has cruzado la calle han sido los peores de mi vida. El amor es no poder gritarte porque la lluvia sonaba mucho más. 

El amor es calarte, helarte, recorrerte, ganarte, perderte, perderme, follarte, soñarte, gritarte, sonreírte, escucharte, suicidarme.
El amor es tu canción favorita sonando en bucle.
El amor es tú yéndote mientras no parábamos de mojarnos.

El amor es que tú vuelvas para preguntarme que por qué odio la lluvia.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Líbranos del amor y perdona a los que nos ofrecen.

Perdona. Perdona por seguirte a todos lados y a la vez a ningún sitio. Perdona por haberte saludado tantas veces creyendo que sabías quién era cuando ni yo mismo lo sabía.

Perdona, has hecho temblar tantas veces mi suelo que se me marcan un poco más todas estas grietas. Perdona por haber sido mi terremoto autodestructivo. Perdona, te noto tan lejos que quiero volverte a tenerte más cerca que nunca.

Perdona, porque aquí dentro siempre llueve. Porque Madrid me pilla muy lejos, perdona. Y vuelve a perdonarme todas las veces que me he quedado callado esperando que pasara algo que fuera como nada.

Perdona, por creer que tus ojos son motivos suficientes, que ver beberte las cervezas ya emborracha de por sí y que Madrid no sabe estar sin ti. Ni yo tampoco.


Perdona, por gastar mis noches sin dormir en ver tus fotos y en imaginarme nuestras fotos, en romperme en más pedazos para gastar cualquier opción para recomponerme.


Perdona, porque el amor es así.

Es tener tres mil razones donde no hay ninguna. El amor es muchas veces destruirse y autodestruirse. El amor es como la guerra, donde siempre arriesgas la vida, esperando que nunca llegue un disparo, justo en el ángulo perfecto, que te reviente por dentro. Y entonces no haya marcha atrás.


Perdona, por ser un paso irreversible como el amor. Perdona por solo ver principios donde solo había precipicios. Perdona por haber escuchado tu voz en todos los formatos.


Perdona por verte y no saber decirte que todo me da igual. Y que estaría dispuesto a todo, absolutamente a todo, por no ver cómo das otro paso más alejándote.

sábado, 12 de octubre de 2013

Otoño y mariposas.

Otoño, no tengas prisa
en quitarme las manos de la espalda
que ya va haciendo frío,
y más si no estoy bajo sus sábanas.

Otoño, no tengas prisa
   y busquémonos las cosquillas.
Vamos a impacientar
un poco más al invierno.

Otoño, no tengas prisa
que las prisas siempre nos hacen
aparecer con cualquier cosa
y tocando a alguna puerta
en la que nunca nadie abre,
como si fuera el amor,
como si fuéramos tú y yo.
Tú.
Yo.
Otra vez fríos.
Porque siempre vuelve el otoño,
y otra vez las mariposas.




domingo, 6 de octubre de 2013

Esta es nuestra historia. Una historia de...

Hoy voy a contar nuestra historia. No es la historia más bonita del mundo, ni tampoco la más triste, ni la más compleja. Es una historia de dos que no consiguen ser uno. Sencillamente, es la historia de amor más básica que existe: cuando el amor intenta hacerse y no se consigue.

Tal vez todo empezó demasiado rápido. O esa es la sensación que tengo yo, ya sabes, tú y esa capacidad de acelerarme. Todo empezó siendo imposible, como la mayoría de las cosas. Y luego se volvió imposible poder dormir. El precipicio de mis sábanas acomplejadas con tu espalda. Y yo que le daba la espalda al sueño, porque prefería soñar despierto contigo. Y luego vinieron las pesadillas, en las que tú no estabas, lógico. Y luego todo empezó a doler menos, o por lo menos me acostumbré a vivir con tantos imposibles que cada día era un enfrentamiento conmigo mismo. Y a la vez ese sentimiento, no sé, a veces pensaba que me estaba volviendo loco, que cómo podía sentir tanto por alguien que no sentía nada. El mundo y sus contradicciones, y nosotros seguíamos siendo algo utópico.

A veces pienso, cuando echo la mirada atrás, que no hemos sido tanto, que hemos vivido más en mi cabeza que con los pies en la tierra. Y, quizás, toda nuestra historia de persianas bajadas, de música a tope, de películas a medio acabar, de sábanas deshechas, de sueños por el día y de nosotros por la noche; toda nuestra historia, toda esta triste historia sólo puede contarse a través de tus ojos. Esta es la historia de cómo tus ojos no supieron mirarme.

400 días de no saber mirarme ni un segundo. Una historia de 400 días y 9 noches que pueden resumirse en tu manía de mirar hacia otro lado, en no saber nunca responderme. En tus maneras de vivir en un mundo que no es el tuyo, aún creyendo que llegará alguien para salvarte. Y yo ya no sé si disfrazarme de superhéroe, o romper cualquier noche tu ventana y decirte que me mires, que estoy aquí.

Esta es la historia de tus mentiras, de mis verdades; de tus cicatrices, de mis heridas; de tu pasado, de mi futuro. Esta es la historia en la que vuelves a mentir, otra vez, y yo vuelvo a mentirte diciendo que ayer dormí de puta madre. Y odio el mundo. Y el amor (aunque siga queriendo hacértelo). Esta es la historia de ''dime que me quieres, aunque mientas'', porque las verdades a veces duelen más que una caída desde tu boca. Esta es la historia de los ''no puedo más'' y seguir queriendo follarte hasta la mañana siguiente.

Esta es nuestra historia. Una historia de anemia sentimental, de espaldas cansadas, de amor, de odio (porque a veces lo hago a todos aquellos a los que miras como si fueran yo), de canciones que nos describían. Esta es la historia de una bonita antihistoria, en la que el superhéroe ama tanto al villano que se deja matar. Y otra vez se queda toda la ciudad sin salvar.

martes, 27 de agosto de 2013

Razones.

He mentido muchas veces por muchas cosas. Pero por lo más bonito que he mentido ha sido por un beso. Tal vez por unos cuantos besos y tal vez he mentido más de una vez por tus labios. 

No sé...

Yo creo que creer que el amor es bonito es creer que el suicidio es bonito. Pero el suicidio interno, claro.

Y por eso me encanta tu caos. Y el desastre que me produce.

Yo soy de los que piensan que más vale una sonrisa triste que tres mil miradas bajas, aunque sean tus ojos verdes.

Ven a ser mis ojos verdes, aunque sean sólo 10 minutos.

Y a lo mejor te debo tres mil razones para que permanezcas aquí.

Pero tú me debes tres mil una para saber por qué yo sigo estando (sin ti).

Y a lo mejor se te hace extraño vernos juntos, 

pero te juro que es lo mejor que le ha pasado al mundo.

Y, quizás, se te hace raro mirarme y encontrar más razones para vivir que para no hacerlo. Más razones para quedarte que para decir 'adiós'.

Más razones, ya sabes. Que razones tengo demasiadas por las que quererte y tú demasiadas para olvidarme.


miércoles, 21 de agosto de 2013

Perdona, perdona y vuélveme a perdonar.

Perdona, hacía tiempo que alguien no manipulaba la comisura de mis labios y formaba estas curvas.

Perdona, porque te he visto beber cerveza sin pedir permiso y luego pedirle perdón al mundo por haber creído tantas veces en el amor.

Perdona, porque te he visto afinar las cuerdas de la guitarra y tocar el do sostenido que me hacía suicidarme en las curvas de tu guitarra (y luego en las curvas de tu cuerpo).

Perdona, porque he visto en tus ojos más motivos por los que seguir vivo que en lo que le resta al mundo.

Perdona, porque he tenido tantas veces tantas ganas de follarte que ya no sé si quería hacerte el amor o la guerra.

Perdona, por todas nuestras guerras frías aun sabiendo que no había vencedor, porque ya me tenías ganado.

Perdona, por escribirte demasiado y por escribirte demasiado poco. Por escucharte en todas las canciones, menos de las que hablaban de olvidarte.

Perdona, por no haber sabido perderte, ni perderme, ni perderte sin perderme. Y perdona por todos los ''para siempre'', pero es que sin ti no es imposible.

Perdona, por no haber amanecido siempre a tu lado, o por haberme perdido el amanecer de tus pupilas o por no habernos fumados el cigarro de después de la poesía (o del polvo).

Perdona, por ser tan imbécil a veces de creernos indestructibles cuando éramos tan efímeros y tan inmortales como un poema.

Perdona, por que no me gustara ''Los pilares de la Tierra'', pero no entiendo cómo más de mil páginas pueden hablar de la construcción de una catedral católica y no de una catedral de la religión de verte tomar el primer café por la mañana o de cuando te retuerces entre las sábanas al despertar aún sin ser consciente de que ese día te va a pasar algo especial.

Perdona, porque ''Los pilares de la Tierra'' son una mierda en comparación con ser el pilar de tu Tierra.

Y, perdona, porque podría escribirte más de mil páginas sobre ''los pilares de mi Tierra'' y me pasaría más de mil páginas hablando de tu puta sonrisa.

sábado, 20 de julio de 2013

Capítulo 5: Siete músculos protegen al corazón.

<<El amor es una puta mierda>> o al menos siempre se piensa eso justo cuando alguien que te importa demasiado desaparece cuando no quieres que lo haga. Y ella no era menos. Él se había ido. Para siempre. Y nunca volverá. Aunque ahora mismo sea lo que más desea.

En el momento en el que alguien se va para siempre sientes como si nunca más pudieras levantar cabeza. Y duele como nunca. Porque hasta ese momento te sentías invencible. Y se va y te conviertes en la persona más vulnerable del mundo. Casi tanto que estás a una sola jugada de que te hagan jaque-mate. Y tú te sientes un peón de esos que matan en los primeros movimientos y no le importa a nadie quitar del tablero.

Y así es el amor, piensa. Es que te maten una y otra vez y tú volver a pedir la revancha. Y él había venido a hacerle jaque-mate tantas veces como había querido. Que si eran siete músculos los que protegían al corazón, ya le había desgarrado los siete y el cabrón seguía latiendo. Muerto de frío, pero seguía latiendo. Y a lo mejor las capas de músculo se recomponen con el tiempo. Quizás. Y ojalá.

Pero lo que sí que tenía claro es que le dejaría cicatriz, por muy superficial que fuera la herida. Y que él había llegado para algo. Para ser su pasado. Que el pasado nunca deja de ser pasado y el presente y el futuro sí que dejan de ser presente y futuro para convertirse también en pasado. Y hay amores que matan, y hay los que matan por amor.


Y el problema está cuando vives un amor que mata y también estás dispuesto a matar por amor.

jueves, 18 de julio de 2013

Capítulo 4: el primero de los 7 pecados.

La historia continúa otro día de verano. Con más Sol que nunca y un poco de tierra seca. A veces hay un poco de aire y ellos sonríen porque no saben por qué el día intenta hacerse frío después de tantos intentos fallidos. La historia continúa con un cigarro en unos labios que no son de ella, pero que saben fumar de la misma forma. Y él los conoce bien, los conoce antes de que llegaran los de ella. Y le sonríe, y le saluda. Y ella sigue fumando con ese ansia de comerse el mundo. Y ella le suelta de la mano. Y se va. Y empieza a andar sin mirar atrás. 

<<Maldito hijo de puta. Y la zorra esa... ¡puf! ¡vaya hostia tiene encima!>>

Luego no sabe cómo volver a recogerle. Porque ya quiere que vuelva. Porque es su hijo de puta. Y ya se muere por tenerle más cerca. Y ya se muere por ir a salvarle. <<Seguro que es alguien con quien no se lleva bien y no querría haber saludado>>. Y ella sigue en sus 15 engañándose. Y él sigue otros 15 minutos hablando con ella. Y vuelve a andar hacia el lado contrario.

Y él se da cuenta de que se aleja. Y se despide de la otra. Y va a encontrarla. Y ese puto camino de piedras. Y qué difícil es seguirla.

—¡Espera! ¡Joder! ¿no ves que te estoy siguiendo? ¿es que acaso no has venido conmigo?

—Ya había venido contigo. ¿Y tú? ¿has venido conmigo o con la gilipollas del cigarro?

—Yo he venido y voy a todos los sitios contigo. No sé por qué dudas.

—Dudo igual que tú dudas. Igual que has dudado en sonreír y en mirarle de la misma forma que a mí.

Y entonces, él manda todo a la mierda y le abraza y le convence diciéndole cosas que tal vez dude al oído para convencerla de que está ahí con ella. Y ella se lo cree y empieza a no tener frío aunque sea pleno verano. Y empiezan a andar juntos.

—¿Quién era?

—Una vieja amiga—suena convincente.

Y era alguien de su pasado, eso era cierto. Pero también fue su pasado. Y es imposible olvidarse del pasado.



miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo 3: El paréntesis de la historia de terceros. Delirios de un imbécil enamorado de sus personajes.

Hoy creo que el número siete está empezando a dominar mi semana. Y creo que estoy empezando a vivir con los personajes. Y me asusta. Y me alegra a la vez. Es como si me estuvieran rogando que su amor durase toda la semana y yo sé y ellos saben (en mi cabeza) que acabarán separándose. Por distintos caminos y por las mismas líneas, que serán las que escriba. No os estoy adelantando el final de estos siete días. Simplemente os estoy recordando que todo acaba. Porque hoy me he levantado enfadado con Hollywood y con su más que usado concepto de ''comedia romántica''. Y me jode, sinceramente, que nos hagan asimilar el amor como comedia. ¡Cómo si el amor fuera todo risa! (¡Y una puta mierda!) Hoy estoy aquí para contaros que el amor no se acaba por dos, sino por tres (y esto es una sencilla regla de tres, y no matemática). Y que estamos obstinados a creer en que el amor se acaba, cuando realmente somos nosotros los que lo asesinamos. 

Y sí. Todos hemos asesinado alguna vez al amor (aunque él nunca lo haría).

Hoy no quiero hablaros sobre cómo él se siente o cómo ella empieza a ser un mar de dudas. Quizás sea al revés y la historia cambie por completo. Hoy no quiero seguir la historia, porque me da miedo. Y me da miedo porque yo también me estoy enamorando. De él. Y de ella. De ellos dos. Y me da miedo verles morir y olvidarlos por completo. Porque no sé ni sus nombres, pero en mi cabeza están sus historias del pasado, sus miedos y sus manías, sus puntos flacos de cosquillas y todas esas sensaciones y cicatrices que definen a una persona. Y, sinceramente, lo que más miedo me da es que sepa cuáles son sus cicatrices y sus puntos flacos porque en el fondo, muy en el fondo, puede que sean los míos propios.

Y creedme que acojona pensar que estás escribiendo sobre tus propios miedos, dudas y sensaciones a gente que no sabe cuántas veces la suerte ha estado de mi parte. 

Y creedme, cuando os digo que todas las veces que nos han roto han sido porque tenían todo el derecho del mundo. Porque no leemos la letra pequeña y nos enamoramos del primer contrato que lleve una promesa.

Siento no haber podido continuar la historia, pero realmente la estoy continuando, porque en mi cabeza ahora mismo está así. Es una historia con las piernas temblando de incertidumbre de no saber qué cojones le pasará mañana. 

Y hoy me siento bien, porque me he dado cuenta de que así es la vida. Que es que las piernas te flojeen por querer que pasen cosas que luego seguramente no pasen. Y que cuando pasan, nos quedamos tan asombrados, que hasta dudamos de que sea cierto.

Pero esto es cierto. Es cierto que se avecina tormenta y que mañana la historia sigue y a mí me dará pena saber que mañana será como mucho su penúltimo día juntos.

[Quizás acabe poniéndoles nombre, porque él y ella me parece una falta de respeto llamarle a alguien a quien tanto quiero].

martes, 16 de julio de 2013

Capítulo 2: Siete es el número mágico.

La historia continúa un 7 de ese mes de verano. Ese mes de verano que recuerdas como si fuera ayer. Ese día que elige el destino para recuerdes el resto de tu vida. Eran las 7 de la tarde y ella llegó tarde, como siempre, a esa cita en el número 7 al lado de aquel bar que declararían después como su santuario. Aquel día 7 ella estaba nerviosa pero él todavía más. Los ''qué me pongo'' y los ''esta camiseta con este pantalón no queda bien, ¿verdad mamá?'' de él. Y los ''me he pasado con el colorete'' y los ''esta camisa tiene demasiado escote'' de ella. Pero todo se soluciona con una sonrisa al saludarse y con una mirada vergonzosa hacia el suelo, que nunca te salva de esas situaciones.

''—Una Coca-Cola para mí y para ella...
—Para mí un agua. Sin gas, por favor.''

Esa es la primera frase que completa el uno del otro, después de que el camarero interrumpa el incómodo silencio del principio. Después la conversación se desata y cuando vuelve el camarero ya no saben ni quién es el que pide los sándwiches. Y ese día 7 empiezan a salvar un poco al mundo, a salvar un poco su mundo. Se habían cruzado tantas veces por la calle y se habían mirado tantas veces a los ojos que ninguno se habría dado cuenta de que la salvación del uno estaba dentro del otro. Ella empieza a sonreír un poco más. Hoy se ha peinado y se ha puesto su camiseta preferida (aunque él no lo sepa). Y a veces se esconde entre el pelo o juega a... <<¡joder! ¡qué sonrisa tan bonita!>> no para de pensar él.

Y a lo mejor es que estaba decidido a que tenían que ser uno ellos dos un día siete. Y a lo mejor estaba decidido a que tenían que ser los 7 días de la semana el uno del otro. Y a lo mejor es que a él le encantaba su sonrisa triste y a ella su miedo al amor. Y a lo mejor él quería saber más sobre qué color se llevaba esa temporada y ella quería saber cómo Batman salvaba la ciudad sin superpoderes. Y a lo mejor son casualidades o es lo que les tenía preparado el destino. Y a lo mejor eran magia. Y a lo mejor ese círculo que rodeaba al 7 de cada mes en el calendario era su forma de declarar el número 7 como el número mágico. 

Y a lo mejor creemos que la magia no existe y luego viene en forma de pequeñas dosis llamadas ''amor''. 


lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo 1: Siete días de la semana.

Voy a empezar contando la historia de cómo los lunes preceden a los martes. Y los martes, a los miércoles. Y cómo los miércoles lo hacen a los jueves. Y así hasta llegar al domingo. Voy a empezar diciéndoos que se levantó un lunes, cansada del domingo y salió a la calle como si fuera sábado. Porque a veces, las mejores historias comienzan un lunes, o fue un viernes (ya no me acuerdo). El caso es que no me acuerdo porque aquel día hizo lo que todos los días. Y todos los días odiaba al mundo por haberla dejado de lado en sus planes. Porque sólo hace falta un día de los 7 de la semana para que tu vida cambie por completo.


Y a lo mejor no te has dado cuenta de que ese día te has levantado con el otro pie, o que no has encendido la luz al despertarte (porque ya había salido el Sol) o que ese día te pusiste pasta de dientes de menta en lugar de elegir tu favorita de fresa. Puede que el lunes te equivocaras de perfume y salieras de tu casa oliendo a algo nuevo. Puede que ese día eligieras mala combinación de ropa, pero estabas más guapa que nunca. Creemos que los lunes no pasan nada especial, hasta que llega el séptimo día y cambias con los seis anteriores. Y te pones esos zapatos viejos que guardas para ocasiones especiales. Y ese bolso que te regaló una chica que un día fue tu amiga. Y no te esmeras mucho al peinarte, porque ''natural estás más guapa''. Y ese día puede que se te olvidaran las llaves de casa al salir por la puerta. Y ese día puede que fuera un día 7 de algún mes de verano. Y ese día alguien rompió tu rutina de los 7 días de la semana para darte 7 razones a las 7 de la tarde para decirte que ese día 7 era un día especial porque os habíais conocido.



Y es que hay gente que aparece de repente y se convierte en tus 7 días. En tu semana. Alguien que llega un día, mientras estás tomando café en el mismo sitio de siempre a la misma hora de siempre para preguntarte que si quieres ser sus 7 días.



Y nadie se puede negar a ser la rutina de nadie. Y menos a ser su rutina preferida.


7DÍASBAJOCERO


viernes, 28 de junio de 2013

Propuestas bajo cero.

¡Hola pequeñas, pequeños! (pero demasiado grandes para mí)
Sí, esto va para vosotros. Tengo propuestas que contaros (y ya sé que esto rompe toda la linealidad del blog), pero quiero saber si cuento con vuestro apoyo.

Propuesta número 1

Con razón de que tengo mi canal de YouTube abandonado (por no decir abandonadísimo) he pensado en acompañar las entradas de algún que otro vídeo en los que narre las entradas y con vídeos algunos más narrativos que otros (otros más triviales). Otra forma de ver las historias, algo nuevo.

Propuesta número 2

Sin ninguna razón y cuando termine los exámenes de la universidad (allá por el 13 de julio), quiero hacer una jornada intensiva bajo cero. Algo así como unos 7 días de subidas al blog (una cada día) y titularlo como #7DíasBajoCero. Me gustaría que os pusierais de acuerdo en el día de empezar la jornada (que sea a partir del 13 de julio) y me encantaría que lo difundierais lo más posible. Algo como comentar, tuitear con el hashtag #7DíasBajoCero y esas cosas inútiles pero que hacen una ilusión enorme.

POR FAVOR, OS PIDO COLABORACIÓN. COMENTAD (AUNQUE SEA EN ANÓNIMO) Y DECIDME CÓMO VEIS LAS DOS PROPUESTAS, EL DÍA QUE QUERÉIS QUE EMPIECE ESTO Y SI QUERÉIS FORMAR PARTE DE ESTE PROYECTILLO.

EN TAL CASO, OS IRÉ INFORMANDO DE MIS IDEAS PARA LOS 7 DÍAS BAJO CERO.

COMENTAD, DIFUNDID Y AGARRAOS QUE VIENEN CURVAS.

Yo, mientras, os espero escribiendo. El libro está en ello, necesito buscar editoriales, y va avanzando poco a poco.

Gracias.

miércoles, 12 de junio de 2013

Y otra vez tu sonrisa jodiéndome los planes.

Oigo el ruido de tu coche y bajo a tu portal. Te digo 'adiós'. Y ya nunca más vuelve a sonar nuestra canción. Ni siquiera se cuela un día de lluvia en la lista de antiguos éxitos de la radio. Y para éxito nuestra despedida. Nos sacrificamos por nuestras heridas. Diciembre, el frío y el invierno eran preciosos cuando llegabas. Y qué bonito era verte marchar. Y el verano sin ti era polar.


Luego subo y apago la vela que esperaba iluminarnos. Y la cena para dos se queda a oscuras y se acaba enfriando. Y el tocadiscos se queda atascado en nuestra canción, que no quiere sonar.



Y, perdóname, si espero escuchar tu voz cada vez que vuelvo a oír un coche acercarse. Siempre muero de sobredosis de emociones que incluyen echarte de menos y mirarme al espejo sin encontrarte al lado. Mi cama se ha convertido en un cementerio de un idiota que creyó en el amor. Y ahora solo quedan huesos. Y polvo. Que para polvos los que echamos sin saber que nos convertiríamos en lo mismo que estábamos haciendo. Cómo una palabra puede significar lo mejor y lo peor de la vida... Polvo: sexo y muerte.



Me acuerdo de nuestro banco en el parque, de nuestro sitio en aquel bar de la esquina. De nuestros domingos que disfrazábamos de sábados. De nuestra canción sonando a todas horas en la radio. Y tú cuando la ponías a tope en el coche. Me acuerdo de un día que salió gris y nosotros fuimos a joderle los planes a la lluvia. ''Vamos a salpicar al mundo'' dijiste. Me acuerdo de todas tus maneras de enredarte entre las cuerdas de mi guitarra o cómo tu voz sonaba mejor que el fa sostenido menor de mi piano. Me acuerdo de cómo te dejabas llevar, y empezabas a ser poesía escondida en una cama. Me acuerdo del olor de tu pelo por la mañana. De cómo dibujabas en el vaho del cristal de la ducha y cómo volabas por la ventana los lunes por la mañana diciendo que hoy era el mejor día de la semana porque significaba que habíamos sobrevivido otra. Me acuerdo del fotomatón que nos vio besarnos y hacer los idiotas sacándole la lengua a la pequeña cámara. Me acuerdo de tu número de teléfono y de aquel lunar debajo de tu ombligo. Y de aquel sitio secreto de tu cuerpo que te hacía reír como nadie. Me acuerdo de tu forma de buscarme las cosquillas sabiendo que no tenía y que pocas cosas me hacían morir de la risa. Y que tú eras una de ellas.


¿Te acuerdas cuando me decías que ibas a estar siempre a mi lado?


Mentías.

lunes, 20 de mayo de 2013

Tu voz es mi canción favorita.

Y todo empieza a volverse oscuro. Y el silencio de mi habitación. Y el caos de dentro de mi cama. Y tú vuelves a no estar. Y te vuelvo a pensar. Y, joder qué difícil es escuchar tu voz sin poder acariciarte el pelo.


—¿Por qué?

—¿Por qué qué?

—Que por qué no paras de mirarme—y se enreda entre las sábanas.

—No sé, es esa sensación de querer que se pare el tiempo y quedarme así para siempre.—le pega un golpecito en la nariz que le hace sonreír.—Es como que me jode porque los momentos no se pueden repetir. Es como que la vida te reta a que vivas cada momento lo mejor posible.

—¿Has pensado alguna vez en la muerte?

—Claro.

—Pues siempre hay momentos en los que te sientes inmortal, en los que tienes fuerza suficiente como para saber que vas a salir ileso de cualquier locura y de cualquier hostia o amor. Y luego...

—Luego te das cuenta de que el tiempo pasa también para ti. Y de que ya no eres un crío. Te das cuenta de que la cama se queda grande para ti solo. Y de que tu ciudad se queda muy pequeña. Y es como que solo te queda una filosofía para vivir.

Y es vivir como si no lo fueras a volver a hacer. Querer como si no vaya a haber ninguna otra persona. Reír como si la risa fuera la única medicina para este mundo de mierda.

Y tener siempre la seguridad de que podrías morirte en este instante, y que has vivido de la mejor forma que has sabido.


—¿Y sabes qué? Yo siempre tengo preparada una canción. Y es una canción con la que no me importaría morir. Supongo que es algo como mi marcha fúnebre. Es como esa canción que dices 'mi muerte tiene que ser con esta canción porque sería hasta bonita. Sería como el final de una temporada intermedia de una serie en la que todo el mundo llora de lo bonito que es'.—se incorpora y le pregunta—¿Tú no tienes ninguna canción?


—Canción no, pero sí un sonido. Y estaría de puta madre escuchar tu voz cuando todo se vuelva oscuro.

Y cuando todo se vuelve oscuro aún me acuerdo de esa conversación. Y de tu voz. Y la oigo en mi interior. Joder, qué bonita canción y qué envidia le tiene mi guitarra a tus cuerdas vocales.

jueves, 2 de mayo de 2013

¿Qué haces bailando si el mundo está tocando su marcha fúnebre?

Voy a seguir bailando hasta que el mundo deje de sonar.
No voy a dejar de cantar en la ducha a las seis de la mañana solo porque perturbe las pesadillas del vecino.
No voy a dejar de saltar al andar solo porque los demás me miren raro.
Prefiero tener negros los pulmones de fumar que tener el cerebro podrido de las mentiras que cuentan en las noticias.
Prefiero soñar con imposibles a vivir de puntillas y que nadie se dé cuenta de que he pasado por su lado.
Aún me quedan muchos ''mejores momentos'' que vivir y muchas costillas que seguir destrozando por las hostias.
Me va a seguir gustando la poesía clara y sin palabrerías (el amor jode y nos hace más fuertes si no nos mata).
Y voy a seguir creyendo en el amor como punto fuerte y punto flaco del mundo.
Mis estados de ánimo van a seguir siendo una función de ondas que alcanza su máximo y su mínimo en infinitos períodos.
Voy a seguir escribiendo(te).
Y voy a seguir sonriendo con cada locura que haga un viernes por la tarde jodiéndole los planes al hijo de puta de mi destino.
Voy a seguir quemándome los labios con las últimas caladas de mis cigarrillos y con ''palabras'' que me quedé con ganas de decir.
Voy a seguir creyendo que algún día me crucé con el amor de mi vida y no me di cuenta de que ya había apartado la mirada cuando yo le miré.
Voy a seguir creyendo en que las tardes de domingo son tan largas como las mañanas de los lunes, y que las películas de por la tarde no hay quien se las trague sin buena compañía.
Voy a seguir creyendo en que el alcohol sirve tanto para las heridas de fuera como las de dentro. ¡Y qué bien me sienta emborracharme!
Voy a seguir creyendo en mí. Y en ti. Bueno, alguna que otra vez dudaré.
Aún creo en la locura de tirarme por el precipicio de tu espalda. Algún día se me pasará el vértigo.

viernes, 19 de abril de 2013

El mundo tiene fecha de caducidad.

Siempre le he tenido mucho miedo a vivir, a crecer, y a morir. Y a no vivir los momentos que hubiese querido vivir en su momento. 

Y parecemos idiotas siempre esperando a que pase algo que sea como nada. Y que no pase nada es imposible.

De pequeños quisimos crecer, y ahora solo queremos la inocencia de antes, la misma ilusión y los mismos ojos con los que ver la vida.

Últimamente pienso en sí, quizás, haya vivido ya el mejor momento de mi vida. Y créeme que la idea acojona. 

Siempre le he tenido miedo a no vivir como esperaba, y a soñar despierto. Siempre he tenido miedo a conducir, y a conducirme mal. Siempre le he tenido pánico al fin del mundo, y parece que es lo único que se acerca.

El mundo empieza a ser un funeral del que fue. Una pérdida esperada. Un avión sin rumbo que se estrella contra alguna nube negra y llega la tormenta.

Un mundo de locos que empieza a volverse loco. Un mundo que estaba cuerdo, y ahora está en la cuerda floja.

Ese mundo en el que la balanza de la justicia se rompe en desequilibrio por el dinero.

Respirar va a empezar a cobrarse. Y la felicidad ya no estará patrocinada por Coca-Cola.

Convertirán el aire en un producto que, de pronto, aparecerá en forma de acciones en la bolsa de Wall Street.

Y ya no habrá pause. No habrá ni una puta señal de ''STOP'' que consiga parar el hundimiento de la humanidad.

Llegará el día en el que el pueblo se levante, reclame lo suyo y destierre a los traidores.

No sé cómo cojones pueden seguir ondeando banderas sintiéndose orgullosos cuando el mundo tendría que estar de luto por perderse a sí mismo.

El mundo será como el Titanic: todos congelados o llorando por las pérdidas. Y los políticos nuestro iceberg. <<Salgan las damas y los niños primero>> No vaya a quedarse el mundo sin madres y sin futuro.

Los cuentos de hadas se convierten en pesadillas. Y las películas solo nos cuentan mentiras que nunca ocurren. Y nosotros seguimos viviendo. Y, alguna que otra vez toca a tu puerta la literatura para ofrecerte un seguro de vida o la música te reclama y otra vez te salva.

''Por lo menos aún nos queda la excusa del amor, y la duda de la muerte. Y esa intriga continua por encontrar ese puto motivo por el que seguir vivos y a la mierda con la autodestrucción.''

Y qué frágil se ha vuelto el mundo cuando el aire es más caro que la tierra. Y, aun así, somos fuertes porque aún nos quedan libertades por las que luchar. Y un mundo que salvar. Todavía tenemos que salvarnos.

Todavía tenemos que hacer que cuando la historia mire atrás vea que progresó gracias a nuestra lucha.

Y liberarnos de los ladrones por los que pagamos para que den la cara y solo saben pintarse de payasos.

Por el mundo. Por la vida. Por poder vivir. Y respirar. Por ti. Por mí. Por nuestros futuros hijos. Y por los hijos de nuestros hijos. Salvémonos de hundirnos en la mierda y no tengamos miedo a vivir, ni a crecer, ni a morir. Vivamos los momentos que queramos vivir. Sin restricciones. Y hagámosle sombra a todo lo demás.

Porque siempre nos quedará el Sol, y las nubes y, ¡joder!¡el mundo está que te cagas de bonito!


sábado, 23 de marzo de 2013

Digamos, bueno, es que somos poesía.

Digamos que somos poesía,
y que nos encontramos en cualquier esquina,
como cualquier prostituta, vendiendo sus servicios
al precio de la calle, al sexo sin amor.

Digamos que somos poesía,
que somos aquel chico en la barra del bar,
emborrachándose de sentimientos,
buscando historias que hagan historia.

Digamos que somos poesía,
y que somos aquella pareja rota,
de dolor, de sufrimiento, de suspiros
de recuerdos de lo que quieren volver a ser.

Digamos que somos poesía,
que somos aquella vergüenza que deja
aquel chico en su cerveza, aquella vergüenza
de besos robados, de sentimientos acelerados.

Digamos que somos poesía,
que somos el dolor de pies de aquella chica,
por los tacones de aquella noche,
y el dolor de su pecho de tantas otras noches.

Digamos que somos poesía,
y dime que eres mi musa,
que camina de puntillas
entre mis costillas.

Y es que se te marca la poesía en los ojos.
Y el amor en las ojeras.

martes, 5 de marzo de 2013

Amor, quería decirte que les dijeras que...

No sé cuántas veces habré empezado por tus pupilas y habré acabado en el cielo. Cuéntales cuántas veces fingimos ser los mejores en esto del amor y cuántas veces se lo creyó la gente. Cuéntale que otras muchas veces ni siquiera nos hacía falta fingir, porque éramos los mejores.

Diles que tus manos eran el verano que necesitaba el invierno de mi cama. Y que tus ojos hechos Venecia recompusieron mis ruinas como Roma. Diles todas las veces que nos hemos encontrado sin buscarnos. Y cuántas veces fuimos música cuando solo había ruido. Diles que yo habría matado las veces que hubiera hecho falta por seguir en el verano de tus manos y de tu espalda.

Después, hazles un recuento. De cuántas cosas le debo a tu sonrisa, y de todos los alquileres que no he pagado por vivir en tus costillas. Hazles un recuento de cuántos petas nos hemos fumado, y cuántas veces hemos flipado juntos sin ir fumados y de todas las veces que hemos parado el mundo con tres caladas. Hazles un recuento de las veces que el mundo ha girado alrededor de nosotros.

Ve, y les recuerdas todas las mañanas que me has tocado al timbre, cuando el mundo se caía a trozos y llovía, y me has dicho:

—¡BAJA!
—¿Qué? ¡Pero si está lloviendo!
—¿En serio te importa? No aguanto una puta gota más sin verte.

Y recuérdales cuántas veces no te he dejado acabar la frase y estábamos en menos de un segundo desafiando al mundo. Recuérdales cuántas veces hemos sido como niños decididos a joder al mundo. Recuérdales cuántas veces nos hemos ganado y qué pocas nos hemos perdido. 

Vuelve a decirles que nos queríamos como nadie y que nos creíamos invencibles.

Y, acuérdate, de ponerles en la posdata que nos equivocábamos y que nos han roto en diez mil pedazos.





No pasa nada. Yo me encargo de recordarles que nos echamos de menos. Y de que hay amores fugaces, pero inmortales.

viernes, 15 de febrero de 2013

Amnesia de ti.

Un día me enamoré de alguien. Ya no me acuerdo de cómo se llamaba. Ya no me acuerdo de su sonrisa. Ni de cómo se retorcía en la cama por las mañanas. Tampoco de cómo bailaba su canción preferida. Ni de cómo se sentaba a tocar la guitarra y a cantar su vida. Ni siquiera me acuerdo de cómo me miraba. Sólo me acuerdo de que me hacía poder volar, y eso no se me va a olvidar en la vida. Que me hacía tener alas, ese sentimiento de adrenalina de caer y volver a caer, pero nunca tocar al suelo. 

Y cuando estaba en lo más alto, de repente, me pegué la hostia de mi vida.

De repente, llega la amnesia. No queda otra, olvidar o vivir del recuerdo. Sobrevivir entre costuras rotas de sueños que había vivido.

He soñado tantas veces que te volvía a tener en mi cama, que ya no sé si cuando despierto estoy teniendo una pesadilla.

Pero sabes que ahí arriba solo se está una vez en la vida. Que solo existe 'mi mejor momento' una vez. Y estoy seguro que ya ha pasado. Que ya nos hemos olvidado. Que sólo nos quedan unos pocos déjà vu de nosotros.

Un déjà vu de tu sonrisa. Déjà vu de cuando bailabas y me pisabas los pies. De cuando tocabas la guitarra y de cuando me quedaba toda la puta noche mirando cómo dormías.

Ven a tocar la última canción, por favor. Aunque sea la canción de despedida. Pero vamos a ponerle punto y final a las historias que se quedaron con puntos suspensivos.

Ven a ponerme un punto y final a mis comas entre mis párrafos que hablaban de olvidarte y que no podía parar de escribir.

DÉJÀ VU DE ESTAR TAN ALTO QUE NO QUIERO VOLVER A BAJAR.



Así que, he decidido morir con ''nosotros''.

martes, 5 de febrero de 2013

El alquiler entre tus costillas.

Me rompen el corazón una vez más y, entonces, nadie puede volver a recomponerlo. Todo hecho pedazos. La del espejo ya no sé quién es. La del reflejo es una cabrona que aún se atreve a sonreír entre escombros, entre sentimientos hechos trizas.
No sé cuántas veces más me atreveré a escribirte, pero créeme que te digo que algún día dejaré de hacerlo. Dame unas caladas de eso, anda, que no quiero notar cómo mi mundo gira en torno al tuyo. Tus manos grandes, para que me protejas de los malos sueños. Y el rojo de tus ojos es mi color preferido. Y ya he perdido la cuenta de cuántas veces me he matado en la curva de tu sonrisa, o cuántas veces he intentado frenarme y el corazón no hacía más que acelerarse.He perdido la cuenta de cuántas veces me has hecho reír cuando debería llorar. Y he perdido la cuenta de cuántas veces has dado donde más dolía y yo solo pude ver tus ojos verdes achinados en el dolor.
Yo ya me he olvidado de bailar sin que me pisaras, sin que estuvieras tú enfrente. Ya me he olvidado de cómo fingir sonrisas. Ya no soy la misma, he cambiado. Nosotros hemos cambiado.
Si te vas, como dijo Romeo:<<Enséñame a olvidarme de pensar>>. Porque yo quiero vivir, y no aprender a sobrevivir, sin ti o con todas las mierdas que me depare el destino.
Vamos, quédate, he preparado café y música para dos.

domingo, 3 de febrero de 2013

Caleidoscopio de recuerdos.

Veo cómo viene hacia mí. Y es uno de esos momentos en que te vienen recuerdos a modo de flash: el cómo nos conocimos, su sonrisa, mi sonrisa, otra vez su sonrisa, sus putos ojos verdes, mis enredos en su pelo... Y llega a mi lado. Se sienta, con su típica postura y con sus gafas de sol. No sé, siempre que le miro sonrío, es puro instinto. Inclina la silla hacia atrás con el pie y también sonríe.
Nuestro silencio es mil veces mejor que cualquier palabra de otra persona. Cuando nos miramos, lo demás no importa. Es como estar leyendo poesía escrita con su piel. Y cuando hablamos, ¿eso? ¡Eso parece una puta canción de The Beatles! De esas que sobrepasan los límites de la música.
Así que cuando se levanta las gafas y me dice, mientras entrecierra un poco los ojos por el sol y sonríe:

Te quiero.

Yo, solo sé contestar:

Y yo.

Y, en realidad, me jode más decir <<y yo>> que quedarme callado. Porque <<y yo>> se me queda muy corto. ¡Joder! Es que es tan difícil de explicar con palabras...
Así que cojo sus gafas me las pongo y la imito en el gesto de levantárselas y decir:

Te quiero.

Entonces, me contesta:

Yo más. Mucho más.

E, inconscientemente, sé que tenía la respuesta y que ella la ha encontrado. La beso y luego dejo que pase el tiempo. Que le jodan a las manecillas del reloj, hay cosas mucho más poderosas.
Y, aunque sea nuestro principal enemigo, nosotros podemos contra mucho más que el tiempo.



domingo, 27 de enero de 2013

Como locos.

Hay veces que la vida te hace volverte loco, ¿no? A lo mejor es la única opción. Ser un loco de la vida.

Hay veces que la vida te pone cabeza abajo, te da de hostias y te pone trescientas mil piedras en el camino. 
Hay veces que no sabes ni cómo caminar sin volver a tropezarte. Tan solo te queda caer una y otra vez. Y otra vez. Y no sabes ya qué pie poner ni dónde pisar.

Hay veces que la vida te da una oportunidad, y es ese momento en el que tienes que ver el lado bueno de las cosas. Ese momento en el que, de repente, aparece una sonrisa que hace que tus ojos brillen de otra manera. Hay veces que se te olvida el pasado, el cómo has llegado hasta donde estás. Pero eso ya no importa...

<<El destino tiene permiso para romperte el corazón varias veces. Eso es innegociable.>>

Hay veces que el destino te pone a alguien, que también tropieza. Pero, ¿sabes? los tropiezos a medias saben mucho mejor que a solas. Hay veces que la locura es cordura, y en la vida mucho más. Hay veces que ser un niño te convierte en adulto. Hay veces, que el amor duele. Y hay otras tantas veces que por amar, duele hasta rabiar. Y hay otras veces que lo que antes era difícil se vuelve simple, y que la respuesta estaba meses enfrente de tus ojos. Hay veces que una sonrisa puede cambiar el mundo. Entonces, ¿por qué no sonreír?

En ese momento, ves que ella tiene la posibilidad de cambiar tu mundo. 

Hay veces, que el amor llama a tu puerta. Y, es entonces, cuando empieza la locura. Empiezas a quererle como un loco.

                                                       Silver Linings Playbook (El lado bueno de las cosas).

miércoles, 9 de enero de 2013

Al final, todos rotos.

Se sienta. Le tiemblan las piernas, las manos y, quizás, también el alma. Le tiembla el mundo. Coge folios, coge un bolígrafo e intenta empezar a escribir:

Papá, mamá...

Tira el papel. Intenta de nuevo.

—He intentado hacer todo lo posible...

Tampoco es una buena forma de empezar. Y, entonces, empieza a llorar. E intenta impedirlo mirando hacia arriba y mordiéndose el labio inferior, como en todas las situaciones difíciles que ha tenido en su vida. Después, se enjuaga las lágrimas con la manga de la camiseta y escribe. Escribe algo concreto, directo, pero sincero:

—Lo siento.

Sí. Definitivamente le gusta. Es una buena forma de empezar y de terminar una carta de suicidio. Después, ahí está, su vida colgando del bote de pastillas que tiene enfrente. Su vida dependiendo de ella misma. Ella tiene el manejo de acabar con su vida o de que siga. Pero no le gusta cómo sigue. Es un ahora o nunca. Un todo o nada. Es un 'o gana ella o ganan ellos'.

¿Y al final quién gana la partida?

¿Ella? ¿Esa que tiene marcadas las muñecas de putadas? ¿Esa que llora hasta dormirse del cansancio cada noche? ¿Esa que mira de reojo a la vida por habérsela jugado tantas veces?

¿Quién gana la partida?

¿Ellos? ¿Todos esos hijos de puta que han intentado hundirle tantas veces hasta verla en el suelo? ¿Todos esos que no le han dejado nunca encajar en una sociedad podrida?

Ella ha dado tanto por perdido que ha perdido hasta la sonrisa, que ha perdido la partida. Ella, que ha perdido la vida.

Después, todos rotos. Una familia desmembrada, unos amigos que no aguantan el no ver a aquella chica que sonreía de vez en cuando. Una habitación vacía en la que una madre hundida no puede ni entrar. No queda nada. Ya se ha ido para siempre.

Y quién diría. A lo mejor habría llegado lejos. A lo mejor habría sido una mujer a la que admirar. A lo mejor no se había fijado en que el chico de al lado le había sonreído aquella tarde. A lo mejor no se había fijado en que su madre solo quería protegerla y no joderle la vida. A lo mejor no se había fijado en todos esos pequeños detalles que le dan sentido a la vida. A lo mejor ella misma había sido caos, su propia autodestrucción. A lo mejor no había sabido ver esa pequeña luz en toda esa inmensa oscuridad.







Dedicatoria: Este texto va dedicado a todas aquellas personas (chicos y chicas) que han pensado alguna vez en acabar con su vida. No seáis tontos, no hay mejor regalo que poder respirar. A todos aquellos que piensan que su vida es una mierda, no os quedéis parados ni busquéis soluciones fáciles. Luchad. Luchad por lo que queréis y por cambiar el rumbo de vuestra vida si no os gusta el camino al que lleva. Todos hemos tenido momentos en los que nos flaquean las piernas, pero todo sigue. El mundo sigue girando. Así que pensad en que si no os gusta vuestro mundo, no acabéis con él, simplemente luchad por cambiarlo. Luchad, y ya no solo por vosotros mismos, sino por aquellos que os quieren y que matarían y morirían por vosotros. Y sí, siempre hay al menos una persona capaz de dar la vida por vosotros.

Gracias.