En soluciones. En perspectivas. En no vernos muy de cerca por si quemamos. Pienso en la angustia que me produce no estar contigo y vomito, porque no estás aquí. Después sigo dándole unas caladas al cigarrillo y me dejo llevar por ese nudo en el estómago que me hace pensar en ti. Casi me ahogo. Casi rozo niveles de tristeza tan brutales que los confundo con felicidad. Tú provocas toda esta contienda sin fin. Mis sentimientos bajaron la guardia y alguien les tiró una bomba. No hay supervivientes. Has ganado. Comenzaré y terminaré diciéndote siempre que estoy contento, porque lo estoy. Te juro que no miento. Pero estar contento no quiere decir que no esté triste. Y lo estoy. A veces pienso que mi sonrisa triste no dice nada. Y es la verdad. No dice nada. Algún día dirá: <<me voy>> y, entonces, no habrá marcha atrás. Reconstruiré de las ruinas o me llevaré los pedazos que queden. Supongo que alguien vendrá a visitarlas para recordar el esplendor que algún día tuvo. Quiero decirte que hay noches que se hacen largas sin ti. Apaga el cigarrillo y me vuelvo a acostar.
Oniria ha venido a verme. Dice que se queda unos días. Aunque creo que ha traído equipaje para un tiempo. Ya sabes que yo no puedo decirle que no se quede. A ti tampoco.
El caso es que tú te vas.
Y ella siempre se queda.