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domingo, 16 de diciembre de 2012

Lo que quieras, menos un final como Romeo y Julieta.

¿Sabes cuál es esa sensación de besar de puntillas?

¿Sabes cuál es esa sensación de querer tanto que los dedos se te pongan en tensión?
¿Sabes cuál es esa sensación de que alguien sea tan necesario que hasta te dé vergüenza?

Ella siempre me responde lo mismo: <<Claro que lo sé, cada vez que te miro, te beso, te toco. Cada vez que me subo encima de ti y noto ese vértigo del amor. Cada vez que me miras y no me acuerdo ni de cómo me llamo. Claro que lo sé, cariño.>>

Yo siempre le digo que no me entiende, que la sensación es siempre la misma, pero distinta. Es esa sensación que todo el mundo conoce y que todo el mundo ha intentado describir, pero que nadie lo ha logrado. Que Neruda o Salinas se intentaron acercar, pero que tampoco lo han conseguido. Esa sensación que nos intentan enseñar las películas. Eso que todos sienten. Joder, ¿cómo se llamaba? ¿cómo te llamaba a ti?

<<Amor. Así me llamas.>>

Eso. Exactamente eso. Es amor. Pero solo lo entiendo si le llamo a ella. Porque si no no tiene sentido. Dios,¿y qué tiene sentido sin ella? 

Sin ella, mis cicatrices no tendrían nombre. 
Y yo no tendría a quien echar de menos.

<<SIN TI NADA>>

Sin ti, solo un final con palabras de Sabina y con sabor a Romeo y Julieta:

<<Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres.>>



Quédate una noche más. He preparado cena para dos.

—He preparado cena para dos. Quédate, venga.
—Me tengo que ir. A mi cama le jode que no te llore cada noche.



—Hace frío. No aguantarás el invierno hasta tu casa.


—Lo llevo aguantando ya demasiado. Me he acostumbrado a estar sin ti. Al frío sin ti.



—Una noche. Prometo abrazarte. Prometo que no pasarás frío.



—El problema es que esta noche puede que no pase frío, por tus brazos. Pero estoy segura de que mañana no estarán ya por la noche y entonces será vuelta a mi rutina, a mi ruina. Vuelta al diciembre solo con la almohada. Volverá a ser lo mismo, ¡joder! ¿Es que no entiendes que no te quiero solo para el calor de una noche? Hace frío sin ti— coge un cigarrillo y se lo enciende con la vela que había en el centro de la mesa.



—Es que yo no puedo estar seguro de quererte en mi cama todas las noches que me quedan.



—Justo es eso lo que quería decirte: yo necesito a alguien que esté seguro de querer abrazarme por las noches, porque necesite de mi piel y de mi respiración. Y que solo necesite de mi piel. Alguien que no me prometa el cielo si no sabe bajármelo. Alguien que me escriba notas por las mañanas con el mismo pero distinto te quiero en la posdata. Alguien que me prepare cenas como las de esta noche, pero que no sea para llevarme a la cama a follar, sino para llevarme a la cama a hacer el amor. Alguien que lea en mis ojos qué cojones me pasa, o si tengo frío. Alguien que me entienda incluso mejor que yo. Alguien que me prometa, y que cumpla. Alguien simple, joder. ¡No pido tanto! ¡Solo alguien que me quiera, y que se le vea en la forma en la que me mira! Y a ti eso no se te ve en los ojos. Y, hazme caso, que es lo más jodido en el mundo ver que no me miras igual que yo te miro. Por lo menos, espero que llegue algún día la tía que tenga los ovarios de ponerte los huevos en la garganta cada vez que se pasea por tu lado, la tía que te produzca insomnio por las noches. Esa tía que tendrá tu vida sobre sus manos. Justo entonces, te sentirás la persona más débil y vulnerable del mundo. Porque justo entonces le habrás dado a alguien la posibilidad de destruirte por completo. Justo entonces, me entenderás.—recoge su bolso y se pone el abrigo. Y antes de salir por la puerta que da a la calle, grita: ¿Sabes? Al final acabas acostumbrándote al frío.—después cierra la puerta para siempre.

lunes, 26 de noviembre de 2012

EL VÉRTIGO DE SUBIRSE A TUS PUPILAS.

Ya ni siquiera esperaba esperar que alguien me esperara. 

Pero yo... te esperaba a ti.

Esperaba por lo menos una sonrisa al despertar.
Porque al despertar lo único que necesitaba era tu luz.

Y al Sol que le jodan.

Esperaba que fueras el lugar donde no me caería.

Y usar tu clavícula como punto de apoyo.



Pero...

'para siempre' no dura tanto como me esperaba.


Y las promesas no son tan fuertes como parecen.

NADA ES LO QUE PARECE.



Esperaba que fueras mi punto de partida. Y el punto final de mi historia.

Esperar. Esperar. Y esperar. Y, al final, nada llega.

Nadie llega para salvarte, para darle un giro de ciento ochenta grados a tu vida.

Esperar para que nadie te espere.

Esperarte. Esperarnos. Y acabar esperándome.

Y acabar pensándote, porque es la única forma de tenerte.

Ni yo me llegaba a imaginar que tendría los cojones a decirte que no, que ya basta. A escribir una de esas cartas de despedida, que tienen de todo menos despedidas, pero que tienen sobre todo, finales con puntos suspensivos.

Espero que entendieras mis 'hasta luego' porque ni yo sé si volveré. Y espero que entiendas mis últimas palabras, las que te tienes que grabar en tus jodidas pupilas por las que mataría.

Acuérdate. Tres palabras.


ÉCHAME DE MENOS.


viernes, 16 de noviembre de 2012

HÁBLAME DE AMOR. HÁBLAME DE TI.

Escribir tu nombre en el cristal de la ducha o donde haga falta tantas veces como sean necesarias.

Y que te sobre solo con una.

Que me han dicho tantas mentiras sobre el amor que ya no sé a quién cojones creerme. Si a los tontos esos que hablan por hablar, o a mí mismo. A mi destrozo interior.

Háblame de amor cuando te hayas dado cuenta que no existe droga más fuerte, ni que nada te puede enganchar más. Háblame de eso cuando sepas que, de las mejores drogas, es la peor. Que te hace volar, y te hace morir. Y matar. Matar por AMOR. MATAR POR DROGA COMO UN YONQUI ENGANCHADO A SU MIERDA.

HÁBLAME DE AMOR CUANDO HAYAS ENTENDIDO QUE DARLO TODO ES POCO.

Cuando mates por un beso, y un beso te mate.

Háblame de amor, y de amar. De amargura, y de amargarse, si quieres.

Háblame. Bésame. Drógame. Ámame. Siénteme. Deshazme. En mil pedazos. En diez mil, en los que haga falta, pero hazlo. 

Que lo siento, porque siempre estuve muy enganchado a ti, a tus sonrisas, a tu gesto de disgusto al despertar, a tu forma de ver la vida, a tus petas a media mañana. A tus maneras.
Enganchado a tu mirada, a tus manos, a tus palabras, a tus notas pegadas en la nevera.

Y no lo puedo evitar.
Esto me puede.
Mi puta marca de heroína.
Tú. Yo. 
Droga y yonqui.

Y si me tengo que morir de algo, que sea de sobredosis de ti.

MORIRNOS DE COLOCÓN DE AMOR.
Porque contra el amor, nada puede.




domingo, 4 de noviembre de 2012

MI HEROÍNA.

Me acuerdo cuando me decía:

Quiero ser tu heroína.


Y yo me acojonaba, porque no sabía si quería ser mi droga, o la chica que me iba a salvar de las mierdas, que me iba  levantar a pulso de cada caída. Pero luego comprendí que se refería a las dos. Yo un toxicómano de sus labios y ella mis rayas (pura droga), esas sobre las que se posaban las letras que escribía cada noche con un cigarrillo en la boca. Esas noches que me daba cuenta de que su sonrisa colocaba más que cualquier basura de un camello.


Y detrás de cada 'sálvame' un 'drógame'.

Y detrás de cada 'tú' un 'yo'. Y, cuando la tenía ahí, rezaba porque no se moviera de ese instante ni una coma. Que nadie se atreviera a poner un puto punto. Porque hay historias que no hablan de finales, pero sí de despedidas. Y toda droga se acaba, todo superhéroe, bueno, superheroína en este caso, termina quitándose la capa. 
Un día, de repente, ocurre. Ocurre que no se acaba el amor, pero te estancas. Y sabes que no todos los viajes se tienen que hacer juntos, que hay locuras que no hablan de un 'nosotros'. Y que eso de que el amor es locura lo llevaba tatuado en los recuerdos y aún me acuerdo de esa nota que me decía:

No me olvides, no te desenganches de mí.
Estaré cerca, por si te vuelves a caer.

Tu heroína.


Y me seguía encantando su letra, aunque hablara de cosas que doliesen más que cualquier puñalada. 
Seguí sus palabras como órdenes y no olvidé esa puta sonrisa que hacía que no me cayera.

Y el cristal de la ducha no se creía todas las veces que escribía tu nombre.

Tu inicial a modo de religión, a modo de razón de vivir.

¿Sabes qué es lo más jodido que existe? Desengancharse de algo que pensabas tener toda la vida.
Así que odio ese momento en el que decidiste irte.
Porque ya nada me calma el mono, las ganas de ti.
Ni siquiera tu foto estropeada que tengo colgada en el techo, para que, por lo menos, todavía sigas siendo lo primero que vea cada amanecer.
Pero es que, cariño, no había nada mejor que verte amanecer.
Y no hay nada peor que ver cada mañana la cama vacía. Sin ver cómo te revuelves, o cómo me pides dos minutos más de sueño o treinta minutos más de sexo, o un 'para siempre' de nosotros.
Y la cama, empieza a hartarse de quedarse vacía cada mañana.
Empieza a hartarse de no oler a ti, a tus quejidos, a tus miradas, a tus cigarros de por la mañana, a tus trampas para que caiga en tus garras. Empieza a hartarse de que no estés tú. Ni yo.

No olvides que no te olvido.


TU YONQUI.

viernes, 19 de octubre de 2012

domingo, 7 de octubre de 2012

Fragmento del discurso en la boda de mis primos.

[...]Pero hoy es un día mucho más importante que todos los que habéis vivido. Probablemente, será el mejor día de vuestra vida. Hoy es el día en el que se unen dos familias, dos vidas y, bueno, dos corazones. Hoy es el gran día. Ese día en el que decides que la persona de al lado va a permanecer ahí para siempre. En el que decides que todos los días de tu vida vas a verla amanecer al otro lado de la cama. Hoy es ese día en el que te sientes invencible. Con el amor nada puede. Hoy es ese día en el que dais el ‘sí quiero’. Ese sí quiero que prevalecerá en el tiempo, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza y hasta que nada y repito, nada, os separe. Así que perdone, padre, si le contradigo en eso de que ‘hasta que la muerte os separe’, porque hay amores eternos, amores que van mucho más allá de la muerte. Y, espero, que ese amor sea el vuestro.


OS QUIERE, VUESTRO PRIMO.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Por cada kilómetro, un 'te quiero' que te debo.

Nadie sabe lo que es tenerla tan lejos y no poderla tener tan cerca. Pero me gustaría tenerte más lejos, tenernos más lejos. ¿Sabes de todos esos tontos que hablan de los famosos 'tres metros sobre el cielo'? PUES NOSOTROS TODAVÍA TRES METROS POR ENCIMA.
Nadie sabe cómo se siente cada puto kilómetro que nos separa, cada mirada perdida, cada beso contenido, cada palabra que no es dicha a tres centímetros de mi boca. Nadie sabe lo que es oír su risa por la noche, y levantarte sabiendo que no está y que no va estar. Nadie sabe lo que es conformarse con verse a través de una pantalla. Nadie sabe quererla como yo.

VENGA, POR CADA KILÓMETRO UN POCO MÁS QUE TE QUIERO.

Y así, pasan los días, pero no la distancia. Tampoco el dolor, ni tampoco los sentimientos. Pero no sabes lo que es verla llorando a través de una pantalla con un 'te echo de menos' escrito en los ojos y no poder abrazarla. No sabes lo que suponen para mí los cortes de luz, porque me cortan la vida. No sabes lo que es que ella sonría y, de repente, tengas unas ganas tremendas de coger la chaqueta y de andar todo lo que os separa aunque sea andando. Porque, cariño:

LA DISTANCIA NO ES PUTA, SINO UNA HIJA DE PUTA.

Y, sin embargo, aquí estamos. Bueno, aquí estoy yo, y ella allí. Y, eso, de momento no lo puedo cambiar. Así que, de mientras, la música para que alguien me entienda, la almohada para que alguien me escuche, y su sonrisa a través de una pantalla. Porque eso es lo mejor que tengo, su reflejo. La distancia, ya se la follará alguien. Porque:

La distancia me impedirá verte, no quererte.

Y, recuerda, por cada kilómetro, un te quiero. Por cada kilómetro, una sonrisa. Que nadie ni nada acabe con esto. 

Nosotros, somos fuertes. Acuérdate, mucho más que la distancia.
Por ti, por mí y por el día en el que estemos así de cerca.


Acuérdate de protegerme las espaldas, no vaya a ser que alguien las apuñale.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Si ella me pide la luna, sé cómo bajársela.

–Pídeme lo que sea.
–¿Lo que sea?
–Lo que quieras.
Y sonríe. Se le ve la felicidad hasta en los ojos. Por esos por los que mataría.
–Quiero...–y se para a pensar– quiero la luna.
–¿La luna? ¿solo quieres la luna? Eso es de lo más fácil que me has pedido, después de quererte.
–¡Sí! ¡La quiero! ¡Quiero ver su secreto! ¡El porqué brilla tanto! Quiero saber por qué ilumina la noche cuando todo está oscuro. Quiero saber por qué sigue persiguiendo al Sol, si después de tanto tiempo nunca lo encuentra.

Después, pasa. Ya no quedan ganas. Nuestro amor con esa puta fecha de caducidad. Quiero la hoja de reclamaciones. Quiero saber quién fue el hijo de puta que dijo que esa noche sería nuestro último beso. Ni siquiera me dio tiempo a bajarle la luna. Pero sabía que estaba esperando a que una noche fuera a pedirle explicaciones de por qué no había bajado antes. 

<<Quiero la luna>>. Su risa retumbaba cada noche en mi cabeza. Y en mi almohada, iluminada por la cabrona de la luna, caían mis recuerdos en forma de lágrimas. Ya ni las sábanas lograban quitarme el miedo a dormir y a soñar con su sonrisa. Cada día me despertaba, y ese infierno otra vez: la vida sin ella.

¿Sabes? Todo tiene un punto y final. Te acabas hartando de no poder vivir, de no poder pasar página. Te hartas de intentar olvidar pero sin parar de recordar. Hay que perdonar. Perdonarse. Y pasar página, incluso cambiar de libro. Y, entonces, ocurre. Cojo las llaves del coche, una cuerda y una pequeña escalera y allá voy. Cerca, la sentía cerca. Y sentía su miedo. No quiere verme ni la cara, no quiere decirme por qué sigue brillando todas las noches. 

Apago el motor. Aquí no hay nadie, así que no me preocupo por quitar las llaves. Saco la escalera y la cuerda. Ahí está. Casi la puedo coger con la mano. Abro la escalera y empiezo a subir. Y, es entonces, cuando me doy cuenta de todo. No quiero pedirle las razones por las que no bajó, porque la entiendo perfectamente. Pero tengo que hacerlo. Mi luna, su luna, nuestra luna. 



Vuelvo a toda hostia a la ciudad. Con su brillo cegándome en la parte trasera del coche. Y saco un papel y un bolígrafo de la guantera. Aparco, y me pongo a escribir. Lleno la mitad del folio. Subo a su piso, con la nota en una mano y nuestra luna en la otra. Luego, no sé cómo, las lágrimas comienzan a salir. Es rabia. Rabia porque no fue la luna la que nos separó, pero me da igual. ¿No la quería? ¡Pues aquí la tiene! Luego si quiere, que la tire. Empiezo a golpear con fuerza la puerta y a gritar su nombre para que me abra. Al principio no se oye nada. Luego unos pasos de pies descalzos. No son los suyos. Son masculinos. 

Así que, cuando me abre el cabrón que ahora le está prometiendo cualquier otro astro, le digo que le dé la luna y la nota y, que si quiere, se lleve los pedazos que quedaron de mí. Y me vuelvo. Sé que en unos minutos, se dará cuenta que la noche está más oscura que nunca, y entonces aparecerá él con nuestra luna y le dará mi nota. Sé que en unos instantes leerá:

Lo prometido es deuda. Y para deudas, las que tengo yo contigo y con la luna. Supongo que ya te habrás dado cuenta de que a esta noche le falta algo, que está más oscura. Así puedes entenderme un poco mejor. Porque sin ti las noches se visten de negro. Bueno, aquí está, para ti: nuestra luna. Te lo dije, era de lo más fácil encontrarla y bajártela.
Por cierto, ya sé su secreto: sale cada noche buscando al sol, porque sabe que, aunque no lo vaya a encontrar, prometió un 'para siempre', y la cabrona es como yo, de las que se le clavan las promesas en el alma. Ya sé por qué brilla cuando todo está oscuro, y es para que cuando alguien se sienta sin esperanza, para que cuando alguien piense que todo está oscuro, haya algo en lo que creer. Una luz que brilla. Esa es la luna, amor, una de las pocas con un par de cojones, que sale a brillar cada noche.

Yo ya no brillo, pero lo intento.

Intento dormir sin ti, pero no puedo.

Cuídate y cuídala.



De vuelta a casa sonrío. Se que habré dado en el clavo. Sé que el idiota que tiene al lado nunca va a conseguir nada como lo que he conseguido yo. ¡Que le jodan! Sé que no volverá, porque ella no es de los míos, de los de prometer. Yo, mientras, veré como cada noche, la luna se viste de luto. Créeme, cumpliré el 'para siempre', igual que cumplí lo de la luna. Porque se lo debo. 'Porque tengo más deudas con su espalda que las que nadie tendrá jamás con la luna'. No me habléis de amaneceres, si ya ni el sol se acuerda de colarse por mi ventana. No me habléis de amor, porque es lo más jodido que he visto en la vida.

CREÍ EN EL AMOR Y CREÍ QUE ME MORÍA.

Los 'para siempre' se los dejo a la luna. Porque eso de brillar cada noche nunca se me dio bien. Yo soy de esos que todavía duermen con la luz encendida, por si acaso el monstruo de debajo de la cama asoma la cabeza. Duermo tapado con la sábana hasta arriba por culpa de que no estás tú en mi cama.
Soy de los que se duerme acojonado, pensando en que mañana se despertará con el mismo puto infierno de siempre: el día sin ti. Veinticuatro horas tras veinticuatro horas sin tu sonrisa. 
Y, hazme caso, cuando te digo que eso es lo más jodido del mundo.


Postdata: Dice mi cama que te echa de menos.


jueves, 13 de septiembre de 2012

¿Contigo? Por aquella estrella todo recto hasta el amanecer.

Ahí está, mi ventana abierta, por si Peter Pan vuelve algún día. La ventana abierta y el corazón sangrando de  dolor. La ventana abierta y las promesas que se escapan hacia el cielo. No la cierro ni para dormir en invierno, ni siquiera para desnudarme. Si hace frío, me jodo, porque es lo que toca sin ti. Sin tu calor y con la ventana abierta.

VUELVE Y SÁLVAME.

Créeme, no supe soñar desde que te fuiste. Esto se hace más duro de lo que creía. Hay noches incluso en las que me acuesto acojonada y ni la manta sabe protegerme de lo que tus brazos me hacían inmune. Hay noches en las que hace un frío de la hostia y ni siquiera me atrevo a pensar en entornar un poco ese cristal por el que llegaste volando un día.

¿DÓNDE COJONES DEJÉ LOS POLVOS DE HADA?

Seguro que te los llevaste tú, cuando recogiste todo lo tuyo. Tu ropa, el amor, mis ganas y mi corazón. Nunca podré recuperarlo después de haberlo roto en pedazos. 

¿Y LA VENTANA? ¿LA PODRÉ CERRAR ALGÚN DÍA?

NI DE COÑA. No dudes de que cada medianoche me levanto para mirar si te acercas por aquella estrella que viene directa del amanecer. Pero no veo nada en el cielo, ni siquiera queda una puta estrella a la que pedirle un deseo. No me queda nada, solo una ventana abierta.


UNA VENTANA ABIERTA POR SI ALGÚN DÍA DECIDES VOLVER. 

MIENTRAS, YO BUSCARÉ NUESTRA ESTRELLA EN NUESTRO CIELO PARA PEDIRLE:

VUELVE Y LLÉVAME CONTIGO.

NO QUIERO CRECER. AL MENOS NO SIN TI.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

No me jodas, solo me acuerdo del dolor de mis latidos.

Créeme cuando te dije que lo eras todo, porque ahora sin ti no soy nada. No me acuerdo ni de mi nombre, ni de mi canción favorita, ni de esa película que me hacía llorar. No me acuerdo de aquel banco donde nos sentábamos a ver las horas pasar mientras se nos acababa lo que tú llamabas amor. No me jodas, ya no me acuerdo ni de qué color es el cielo. Pero me da igual, nunca supe vivir sin ti. Ni siquiera quiero aprender, porque yo estaba hecho para reír contigo, para soñar contigo, para vivir contigo. No me jodas, ya no me acuerdo ni de escribir nuestros nombres en un papel. No me acuerdo tampoco de querer. ¿Cómo era eso? Ah, sí, eso de pensar solo en una persona. Eso que te acaba destrozando por dentro. ¿Sabes? Nunca supe cómo lo hacía (eso de quererte tanto), solo sé que lo hacía de la mejor forma que sabía. Así que no dudes que me llevé la medalla de oro en eso de sonreír como un tonto por ti. Porque de eso sí que me acuerdo, del daño que hacía cada latido y cada sonrisa tuya. Creo que es de lo único que me acuerdo.
Bueno, no. También me acuerdo de cómo respirar, y eso es lo más jodido del mundo, el no poder desaparecer cuando uno quiere.




Mientras, espero que tú sí que te acuerdes de que era el mejor en hacerte sentir única, aunque hubiera millones de personas. Que te acuerdes de mi nombre, de mi sonrisa... Acuérdate de que nunca iba a haber ninguno como yo. Y te prometo que no lo habrá.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Venga, ponte los tacones, que esta noche también brillas.

Aquella noche llovía. Noche de tormenta. Noche de lluvia, relámpagos. Noche trágica. El cielo estaba enfadado con el destino.
Aquel día ella durmió lo que pudo, unos cuantos minutos y luego se despertaba sobresaltada. Aquella noche durmió con la luz encendida, por si acaso el monstruo de debajo de la cama salía y se acojonaba un poco más. Aquella noche pagó con la almohada todo el daño que él le había hecho. Aquella noche el cielo le quedaba grande. Aquella noche estaba deseando tener pesadillas, porque seguro que serían mucho mejor que la vida. Aquella noche, cogió, se levantó de la cama, se secó las lágrimas, se maquilló, se puso su mejor vestido, sus tacones más altos y se fue a dejarse la piel bailando. Otra vez su mejor amiga, ahí estaba, incondicional. La misma de siempre. Si tú la conoces sabes de quién hablo. La de los acordes, la que saca sonrisas, la que se limita a meterse dentro de ti, la mejor droga.



LA MÚSICA.
La que le salva, la que nos salva.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Te dejo, te jodes y me echas de menos.

<<A ver quién fue el gilipollas que dijo que amar era lo más bonito y no lo más jodido.>> Eso es lo que se preguntaba cada vez que se plantaba frente a la pantalla y sonaba esa canción que le removía todo lo de dentro.
<<Piensa, estúpida, piensa.>> Se decía todo el rato, para autoconvencerse de que aquel idiota que le había prometido amor eterno era el más farsante de todos los tipos con los que se había encontrado. 
Pero es que aquel idiota la tenía destrozada. Por dentro. Por fuera siempre iba con una sonrisa que le costaba la vida sacar.
Aquel idiota que sabía cómo besarle, cómo abrazarle, cómo decirle un 'te quiero, fea' en el momento exacto. Sabía cómo prometerle el cielo, e incluso sabía cómo bajárselo. Aquel idiota que sabía justo dónde disparar para conseguir que se rompiera en mil pedazos. En mil no, en diez mil. Aquel idiota, bueno, tan idiota no era si sabía qué cigarrillo acompañar al tequila del malo y qué forma de besarle era la adecuada para dejar huella dentro de su alma. Aquel idiota que sabía que tenía su nombre tatuado a hostias, y que eso era imborrable. Aquel idiota que dijo eso de que para olvidar el fuego iba de puta madre.
Y ahora está allí ella, que ya ni siquiera es ella, quemando sus fotos, sus cartas e intentando quemar los recuerdos, las huellas sobre su cuerpo. Pero el fuego para eso no funciona, solo el tiempo. Así que le toca joderse y echarle de menos a él y a todas sus idioteces que tanto le gustaban.

ELLA, LA CHICA DEL ALMA ROTA.

Ella, que intentaba llegar al cielo, pero las alas las tenía rotas.
Ella, que intentaba volver a querer, pero el corazón lo tenía destrozado en mil pedazos y no funcionaba como antes.
Ella, que odiaba a la del otro lado del espejo y nunca se acostumbraba a su reflejo.
Ella, que se había dado una hostia mortal al caerse desde tres metros más arriba del cielo.
Ella, que imaginaba que algún día podría decir adiós a todas las mierdas de la vida.
Ella, que dormía alerta por si los sueños eran peores que la vida (IMPOSIBLE).
Ella, que llevaba tatuada la inicial de su puta autodestrucción.
Ella, que miraba para otro lado cuando le preguntaban sobre el amor.
Ella, solo ella. Única.
Ella, que a pesar de todo, cogía, rompía el espejo y con un par de ovarios salía a la calle con una sonrisa.
Ella, que estaba decidida en que su corazón no se rompía ni una puta vez más.
Ella, que supo cómo detener el tiempo y decir 'se acabó'.
Ella, que no supo cómo cojones dejar de quererle tan fuerte.
Ella, que aprendió a vivir con la idea de que le echaría de menos hasta el último suspiro.

lunes, 13 de agosto de 2012

Tus promesas valen lo mismo que tú. Nada.

Un 'que te jodan' en el momento oportuno. No un 'hasta luego', no. No te confundas. Esto es un 'adiós' en toda regla, de los pies a la cabeza. Solo quiero echarte de menos una vez. No más. Solo quiero hundirme con el Titanic una vez. Y luego salir a flote aunque haga frío. Solo una puta vez eso de que las canciones me sepan a recuerdos. Solo una puta vez eso de que el humo de los cigarros escriban tu nombre. Yo solo muerdo el agua por ti una vez, que eso hace un daño de la hostia. Yo solo me disfrazo de ti una vez, y si tú te disfrazas de mí. Acuérdate de eso que decíamos que si queríamos, parábamos los relojes de todo el mundo y a la mierda los problemas. Acuérdate de cómo mi cama no sabía dormirme sin ti. Acuérdate de todas las promesas que nos hicimos en las servilletas de aquel bar que nos daba tequila del malo. 

''Promete que no me fallarás, que me follarás, que me brillarás, que me chillarás entre las sábanas. Promete que este 'siempre' escrito con promesas y subrayado con besos no se borrará ni con el típex del tiempo. Si me subes al cielo, no me bajes, no me tires nunca, que la hostia puede ser mortal. Promete que los 'te quiero' serán conjugados siempre en la primera persona del plural. Promete que cuando hables de mí, hables de nosotros. Promete que las promesas se crean, no se destruyen y tampoco se transforman.''
Y míranos, parece que ya no te acuerdes de cada una de estas letras escritas con nuestra tinta, con tu puño y con mis ganas. Parece que has prendido fuego a tus servilletas con ese tequila del malo y con las colillas de lo nuestro. Parece que la música ya ni te hable de mí ni de nosotros. Bueno, pues acuérdate, que yo no desafío la teoría de la energía de Einstein para que ahora vengas tú y me digas que las promesas también entran en el campo de la Física. Que las promesas sí que se destruyen y que también se transforman. Vale, pues quédate con mis ganas de 'nosotros'. Quédate con esa primera persona del plural, con ese 'siempre'. Quédate con las servilletas si quieres, y quémalas, que para olvidar el fuego va de puta madre. Pero, escucha, cuando te vayas, no te olvides de cerrar la puerta y de llevarte tu pedazo roto de mí, que ya no lo quiero. Y, acuérdate también de que esto es un 'que te jodan' en el momento oportuno, de que es un 'adiós' y no un 'hasta luego'.

QUE TENGÁIS SUERTE TÚ Y TUS PROMESAS DE MIERDA.

Mientras, la música me cicatriza, me limpia las heridas y ya vendrá alguien que me quite los puntos de sutura (del corazón).

lunes, 6 de agosto de 2012

Corazón helado. Corazón bajo cero.

Nos prometimos el cielo y míranos, solo nos queda el suelo lleno de barro y mierda en el que pisar, en el que poner los pies. No quiero esta realidad. No sin ti. No quiero que la música hable de echarte de menos. ¡Que le jodan! Ya me están empezando a caer mal sus acordes. No quiero ni un puto do sostenido, ni un si bemol más sin ti. Dime tú, ¿qué me queda sin ti? ¿humo que aspirar? ¿libretas donde escribir? ¿un cielo que prometerte? Eso ya se me quedaba corto, cariño. Yo no sueño para nada, yo sueño para vivirlo. Lo uso como un pequeño ensayo. Un ensayo para enfrentarme a esta realidad sin ti. Le prometí a ese piano que no volvería a tocar sus teclas blancas si no ibas a escuchar la melodía. Así que no te vayas. Que aunque no sé qué puedo ofrecerte a parte de una sonrisa cuando te veo, eres lo que me falta. Bueno, lo que me falta no, lo que necesito. Te necesito, igual que necesito de esas canciones, que si no, para qué respirar. Para qué sonreír. Perdón, para quién sonreír. Para quién escribir versos rotos. Para quién este dolor en el pecho. Para quién mis últimos pensamientos en la cama...
Pero no te preocupes, si no vuelves no vuelvo. No vuelvo ni a pasar por ese banco donde nos sentábamos. No vuelvo a esos tres metros arriba del cielo que eran nuestros. No vuelvo a sonreír ni para que me saquen una foto. No vuelvo, simplemente, a ser yo. No vuelve mi corazón a su temperatura en la que era capaz de razonar. Que el cabrón ya sabe hacer eso de latir sin ti. Es fuerte, y yo pensaba que no. Y, aunque esté roto y dudo que alguien sepa cómo arreglarlo, ahí sigue. Con su pum pum que ya no se acelera con tu voz. Que ya no se acelera porque no te veo. Pero ahí está, ahí estoy. Alguien que no sonríe, que tiene el corazón bajo cero, helado, pero que sigue latiendo. Que eso del carpe diem se lo dejo a los valientes, y a los que no te han visto sonreír. Que no te olvides ni un segundo de que el calor me lo dabas tú y que hace frío sin ti, pero se vive. No te olvides de que aunque sea alguien que te echa de menos no soy alguien que te piensa esperar toda la vida, por si vuelves. La música me hace volar mucho más alto y mantiene mis latidos a raya. Así que no te preocupes, que la música ni me falla, ni me ha fallado ni me va a fallar. Y tú sí, aunque me muera de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

lunes, 18 de junio de 2012

Amor, así te llaman.

Te he buscado hasta en las caladas de mis cigarros, amor, y no te he encontrado. Te he buscado hasta en el listín telefónico, y no aparecía tu nombre. Te he buscado de boca en boca, pero aunque todo el mundo habla de ti nadie sabe cómo eres, amor. Todo el mundo quiere encontrarte, amor. Estás en busca y captura. Pero todos tienen miedo de que si les encuentras, sean ellos quienes sufran. ¡AMOR, AMOR, CATÁSTROFE! Dicen que destrozas vidas, que rompes sentimientos y que pones a dieta a corazones con sobrepeso. Amor, dicen que si llegas, quiebras las columnas y los tiempos, y ya no tienes percepción ni siquiera de la cordura. Dicen que puedes hacer volar, sin alas, pero que también puedes estampar contra el suelo, produciendo una hostia casi mortal. Amor, así te llaman, yo te llamo un sentimiento como otro cualquiera. Amor, dicen que no das lugar a límites, que el cielo se queda corto y que la cama es el mejor escalón para llegar a ti. Amor, dicen que un beso es la mejor forma de transmitir tu enfermedad. Dicen que haces escribir los mejores versos, pero yo creo que las mejores palabras salen desde el dolor. Amor, dicen que te cuelas hasta en los sueños, que produces esa sensación de estar en una nube, pero yo soy de esos que despierto y me tiro para darme contra el suelo. Amor, a mí no me confundas, que luego me vuelves loca la cabeza y no sé ni si quiera cómo me llamo, ni dónde vivo. No sé, ni siquiera, si tengo los pies sobre el suelo.

martes, 5 de junio de 2012

¡SORPRESA! El cielo no es para nosotros.

¡Quién fue el que dijo que el cielo era para nosotros! ¿Rozar el cielo con la punta de los dedos? Antes sobrevivo a una caída desde un séptimo piso. No te engañes, no hay nadie que se merezca ni una nube de ahí arriba. Todos tenemos esa parte oscura por dentro que se traicionaría hasta a sí misma. Y no digo que no sea bonito fingir que puedes volar, fingir que puedes llegar así de alto. Lo malo es que no lo haces, y eso hace que te merezcas aún menos respirar el aire de los ángeles. Y me refiero a fingir que puedes volar...¡si no puedes volar, al menos fíngelo! ¡Finge que puedes estar ahí arriba y que cualquier ser volador te tendría que tener envidia! Que sin esperanza, el mundo estaría perdido. Dime tú qué harías sin la esperanza de llegar a ser alguien en la vida. Sin la esperanza de tener una vida medio deseada. Es eso mismo. La esperanza, las ganas de volar. Sinónimos. Como vivir y amar. Y no es que haga juegos del lenguaje, es que el lenguaje juega conmigo y yo me divierto con él. Lo utilizo para comprender una pequeña parte de lo incomprensible. Y ya no es que hable de amor en el sentido que te esperas. Hablo de amar en todas sus formas y conjugaciones. Puedes amar a una persona y no besarle ni hacer el amor con ella. Puedes amar una cosa por encima de una persona. Hablo de amor,  de sentimientos, que es lo que nos mueve en este mundo que nadie entiende. Y no me habléis de sociólogos o filósofos que intentan entender las partes más abstractas del ser humano. Ellos no saben más que generalizar conceptos, y nunca entenderán el tipo de amor concreto de una persona a otra.
¡Sorpresa! La vida no es como te esperabas. Pero eso no es nada nuevo, ya la gente te lo avisa. No estás en una película, ni en una novela, ni siquiera eres la musa de un poema. La vida es dura, ya lo acabarás entendiendo. Y conforme vayas creciendo los problemas aumentarán de complejidad y cada vez será más difícil resolverlos. Llegará, incluso, el día que tomes la decisión equivocada para resolver el problema que te plantea esta puta vida y ya te habrás desviado tanto del camino. que no sabrás volver adonde empezaste. ¡Sorpresa! Que hay pocos finales felices. Y no hay tantas perdices para que toda la gente pueda comerlas. Y ahora estarás pensando lo contrario, pero algún día te acordarás de mis palabras dieciochoañeras que tienen de vida lo que cualquiera. Que tal vez no haya madurado lo suficiente como para dar consejos sabios, pero no soy una fruta, y te hablo desde la propia experiencia. Que si tienes algún problema, intenta resolverlo de la mejor manera. ¡Rómpete la cabeza! Que la ecuación no es tan difícil como para resolverla. Y cuando termines con el problema, ponte en guardia que vendrá la siguiente ecuación con dos incógnitas. ¡Sorpresa! Que el cielo no es para nosotros, que el cielo es para los que saben volar, y a nosotros nos cortaron las alas. Mírate detrás y verás esos huesos que sobresalen que no son más que restos de unas pequeñas alas que en su día tuvimos. ¡Sorpresa! Que no puedes volar, que algún hijo de puta nos condenó a estar en la Tierra y a pisar barro. Que el cielo no es para mí, ni para ti, ni para el otro. Pero acuérdate, que las ganas de volar no te las quite nadie, que es lo único que nos queda, la esperanza de poder sobrevolar los problemas. La esperanza de llegar bien alto como para ver tan pequeños a los de ahí abajo que ya sean insignificantes. ¡Sorpresa! ¿He dicho sorpresa? Quería decir vida, que no es ni más ni menos que sinónimo de sorpresa. Prepárate, que la vida es esa continua aparición de sorpresas. Que vivir es sorprender, que vivir es amar. Que vivir es sobrevivir a este mundo de problemas. 

sábado, 2 de junio de 2012

Como el café

Como el café. Ellos se amaban a casi todas las horas del día. Menos unas cuantas, en las que el trabajo les impedía pensar en el otro. La base de su éxito se basaba en dejarse llevar. Tan solo eso, dejarse guiar por los sentimientos. Parece demasiado fácil, pero es muy difícil encontrar a alguien que también se deje llevar por el mismo sentimiento que tienes tú.
Como el café. Nada más despertar, a media mañana y después de comer. Esas eran sus horas para dejarse llevar por la pasión y enredarse entre las sábanas blancas de su cama. Luego, la noche, era para descansar de todo ese día, aunque alguna que otra vez también 'tomaban café' antes de dormirse. Tomaban una tacita de amor descafeinado, que si no luego se ponían demasiado nerviosos.
Como el café. Calientes. Cuerpo encima de cuerpo y mezcla de pieles. Se difuminaban sus contornos hasta que solo parecían uno. Y como la cafetera, ese ruido extraño que emite, ella gemía, sobre los oídos de él. Aquellos intensos segundos de orgasmos era como aquel café espeso y amargo, pero que te alivia la garganta. Ella le cogía de la cabeza y le besaba. Y la cintura de ella quedaba rodeada por las manos de él.
Como el café. Que tiene múltiples formas: con leche, cortado, solo, bombón... Ellos igual. En la mesa de la cocina, en la cama, en la hamaca del jardín o en la alfombra de pelo que adornaba el salón. No estaban hechos para la rutina, que el café tampoco, por sus múltiples formas de ser tomado.
Como el café. Casi negro. Como su futuro. Y que caduca. Como el amor. Simplemente llega el día en que ya no lo endulzas con azúcar y te empieza a disgustar. Entonces, llega el momento, en que dejas la taza llena sobre la mesa, te das cuenta que has aborrecido el sabor y te vas, dejando ahí el café.