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lunes, 24 de septiembre de 2012

Si ella me pide la luna, sé cómo bajársela.

–Pídeme lo que sea.
–¿Lo que sea?
–Lo que quieras.
Y sonríe. Se le ve la felicidad hasta en los ojos. Por esos por los que mataría.
–Quiero...–y se para a pensar– quiero la luna.
–¿La luna? ¿solo quieres la luna? Eso es de lo más fácil que me has pedido, después de quererte.
–¡Sí! ¡La quiero! ¡Quiero ver su secreto! ¡El porqué brilla tanto! Quiero saber por qué ilumina la noche cuando todo está oscuro. Quiero saber por qué sigue persiguiendo al Sol, si después de tanto tiempo nunca lo encuentra.

Después, pasa. Ya no quedan ganas. Nuestro amor con esa puta fecha de caducidad. Quiero la hoja de reclamaciones. Quiero saber quién fue el hijo de puta que dijo que esa noche sería nuestro último beso. Ni siquiera me dio tiempo a bajarle la luna. Pero sabía que estaba esperando a que una noche fuera a pedirle explicaciones de por qué no había bajado antes. 

<<Quiero la luna>>. Su risa retumbaba cada noche en mi cabeza. Y en mi almohada, iluminada por la cabrona de la luna, caían mis recuerdos en forma de lágrimas. Ya ni las sábanas lograban quitarme el miedo a dormir y a soñar con su sonrisa. Cada día me despertaba, y ese infierno otra vez: la vida sin ella.

¿Sabes? Todo tiene un punto y final. Te acabas hartando de no poder vivir, de no poder pasar página. Te hartas de intentar olvidar pero sin parar de recordar. Hay que perdonar. Perdonarse. Y pasar página, incluso cambiar de libro. Y, entonces, ocurre. Cojo las llaves del coche, una cuerda y una pequeña escalera y allá voy. Cerca, la sentía cerca. Y sentía su miedo. No quiere verme ni la cara, no quiere decirme por qué sigue brillando todas las noches. 

Apago el motor. Aquí no hay nadie, así que no me preocupo por quitar las llaves. Saco la escalera y la cuerda. Ahí está. Casi la puedo coger con la mano. Abro la escalera y empiezo a subir. Y, es entonces, cuando me doy cuenta de todo. No quiero pedirle las razones por las que no bajó, porque la entiendo perfectamente. Pero tengo que hacerlo. Mi luna, su luna, nuestra luna. 



Vuelvo a toda hostia a la ciudad. Con su brillo cegándome en la parte trasera del coche. Y saco un papel y un bolígrafo de la guantera. Aparco, y me pongo a escribir. Lleno la mitad del folio. Subo a su piso, con la nota en una mano y nuestra luna en la otra. Luego, no sé cómo, las lágrimas comienzan a salir. Es rabia. Rabia porque no fue la luna la que nos separó, pero me da igual. ¿No la quería? ¡Pues aquí la tiene! Luego si quiere, que la tire. Empiezo a golpear con fuerza la puerta y a gritar su nombre para que me abra. Al principio no se oye nada. Luego unos pasos de pies descalzos. No son los suyos. Son masculinos. 

Así que, cuando me abre el cabrón que ahora le está prometiendo cualquier otro astro, le digo que le dé la luna y la nota y, que si quiere, se lleve los pedazos que quedaron de mí. Y me vuelvo. Sé que en unos minutos, se dará cuenta que la noche está más oscura que nunca, y entonces aparecerá él con nuestra luna y le dará mi nota. Sé que en unos instantes leerá:

Lo prometido es deuda. Y para deudas, las que tengo yo contigo y con la luna. Supongo que ya te habrás dado cuenta de que a esta noche le falta algo, que está más oscura. Así puedes entenderme un poco mejor. Porque sin ti las noches se visten de negro. Bueno, aquí está, para ti: nuestra luna. Te lo dije, era de lo más fácil encontrarla y bajártela.
Por cierto, ya sé su secreto: sale cada noche buscando al sol, porque sabe que, aunque no lo vaya a encontrar, prometió un 'para siempre', y la cabrona es como yo, de las que se le clavan las promesas en el alma. Ya sé por qué brilla cuando todo está oscuro, y es para que cuando alguien se sienta sin esperanza, para que cuando alguien piense que todo está oscuro, haya algo en lo que creer. Una luz que brilla. Esa es la luna, amor, una de las pocas con un par de cojones, que sale a brillar cada noche.

Yo ya no brillo, pero lo intento.

Intento dormir sin ti, pero no puedo.

Cuídate y cuídala.



De vuelta a casa sonrío. Se que habré dado en el clavo. Sé que el idiota que tiene al lado nunca va a conseguir nada como lo que he conseguido yo. ¡Que le jodan! Sé que no volverá, porque ella no es de los míos, de los de prometer. Yo, mientras, veré como cada noche, la luna se viste de luto. Créeme, cumpliré el 'para siempre', igual que cumplí lo de la luna. Porque se lo debo. 'Porque tengo más deudas con su espalda que las que nadie tendrá jamás con la luna'. No me habléis de amaneceres, si ya ni el sol se acuerda de colarse por mi ventana. No me habléis de amor, porque es lo más jodido que he visto en la vida.

CREÍ EN EL AMOR Y CREÍ QUE ME MORÍA.

Los 'para siempre' se los dejo a la luna. Porque eso de brillar cada noche nunca se me dio bien. Yo soy de esos que todavía duermen con la luz encendida, por si acaso el monstruo de debajo de la cama asoma la cabeza. Duermo tapado con la sábana hasta arriba por culpa de que no estás tú en mi cama.
Soy de los que se duerme acojonado, pensando en que mañana se despertará con el mismo puto infierno de siempre: el día sin ti. Veinticuatro horas tras veinticuatro horas sin tu sonrisa. 
Y, hazme caso, cuando te digo que eso es lo más jodido del mundo.


Postdata: Dice mi cama que te echa de menos.


10 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Emm, yo me pregunto como se puede escribir tan bien, me has quedado alucinada con esta entrada, es preciosa. Un besito :)

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    1. Jo, mil gracias cielo. En serio, me has hecho sonreír. Un beso grande.

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  3. Hola! :) Me ha encantado tu entrada y me gustaría seguirte, pero no se si es que han cambiado el formato desde el movil o que, que no se como hacerlo... Te dejo mi blog para que me sigas, a ver si asi puedo, y si luego no te gusta o lo que sea me dejas de seguir :) Un besazo! Looquenovess.blogspot.com

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    1. Oh, mil gracias por esas palabras. Me pasaré a ver qué tal. Mil gracias :).

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  4. Esta entrada en increíble, en serio.
    Sabes como hacer que las palabras lleguen a dentro. Consigues transmitir sentimientos con cada puta letra, cada espacio, cada coma... Casi lloro.
    De verdad, no dejes de escribir nunca.
    Y gracias.

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    1. 'Cada punto, cada espacio, cada coma...' Me encanta. Tus palabras me han llegado en serio. No llores, mujer, si esto es para disfrutar.
      Intentaré no hacerlo.

      Lo de 'gracias' no las des, gracias a ti por leerme.

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  5. Todo lo que escribes es genial, de verdad. Todas tus palabras me llegan dentro, bien adentro. Y me gusta. Me gusta muchísimo la sonrisa que se me escapa cuando te leo. O esa pequeña lágrima que sale sin previo aviso. De verdad, no dejes de escribir nunca. Eres muy grande. Un beso.

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    1. Dios, mil gracias se me quedan cortas. Me gusta que os guste, porque así me gusta más todavía escribir. Un beso enorme.

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  6. Dios, me ha encantado. No dejes de escribir, por favor. Te sigo y espero que sigas sacándome sonrisas con tus entradas. Un besazo.

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