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miércoles, 30 de octubre de 2013

Líbranos del amor y perdona a los que nos ofrecen.

Perdona. Perdona por seguirte a todos lados y a la vez a ningún sitio. Perdona por haberte saludado tantas veces creyendo que sabías quién era cuando ni yo mismo lo sabía.

Perdona, has hecho temblar tantas veces mi suelo que se me marcan un poco más todas estas grietas. Perdona por haber sido mi terremoto autodestructivo. Perdona, te noto tan lejos que quiero volverte a tenerte más cerca que nunca.

Perdona, porque aquí dentro siempre llueve. Porque Madrid me pilla muy lejos, perdona. Y vuelve a perdonarme todas las veces que me he quedado callado esperando que pasara algo que fuera como nada.

Perdona, por creer que tus ojos son motivos suficientes, que ver beberte las cervezas ya emborracha de por sí y que Madrid no sabe estar sin ti. Ni yo tampoco.


Perdona, por gastar mis noches sin dormir en ver tus fotos y en imaginarme nuestras fotos, en romperme en más pedazos para gastar cualquier opción para recomponerme.


Perdona, porque el amor es así.

Es tener tres mil razones donde no hay ninguna. El amor es muchas veces destruirse y autodestruirse. El amor es como la guerra, donde siempre arriesgas la vida, esperando que nunca llegue un disparo, justo en el ángulo perfecto, que te reviente por dentro. Y entonces no haya marcha atrás.


Perdona, por ser un paso irreversible como el amor. Perdona por solo ver principios donde solo había precipicios. Perdona por haber escuchado tu voz en todos los formatos.


Perdona por verte y no saber decirte que todo me da igual. Y que estaría dispuesto a todo, absolutamente a todo, por no ver cómo das otro paso más alejándote.

sábado, 12 de octubre de 2013

Otoño y mariposas.

Otoño, no tengas prisa
en quitarme las manos de la espalda
que ya va haciendo frío,
y más si no estoy bajo sus sábanas.

Otoño, no tengas prisa
   y busquémonos las cosquillas.
Vamos a impacientar
un poco más al invierno.

Otoño, no tengas prisa
que las prisas siempre nos hacen
aparecer con cualquier cosa
y tocando a alguna puerta
en la que nunca nadie abre,
como si fuera el amor,
como si fuéramos tú y yo.
Tú.
Yo.
Otra vez fríos.
Porque siempre vuelve el otoño,
y otra vez las mariposas.




domingo, 6 de octubre de 2013

Esta es nuestra historia. Una historia de...

Hoy voy a contar nuestra historia. No es la historia más bonita del mundo, ni tampoco la más triste, ni la más compleja. Es una historia de dos que no consiguen ser uno. Sencillamente, es la historia de amor más básica que existe: cuando el amor intenta hacerse y no se consigue.

Tal vez todo empezó demasiado rápido. O esa es la sensación que tengo yo, ya sabes, tú y esa capacidad de acelerarme. Todo empezó siendo imposible, como la mayoría de las cosas. Y luego se volvió imposible poder dormir. El precipicio de mis sábanas acomplejadas con tu espalda. Y yo que le daba la espalda al sueño, porque prefería soñar despierto contigo. Y luego vinieron las pesadillas, en las que tú no estabas, lógico. Y luego todo empezó a doler menos, o por lo menos me acostumbré a vivir con tantos imposibles que cada día era un enfrentamiento conmigo mismo. Y a la vez ese sentimiento, no sé, a veces pensaba que me estaba volviendo loco, que cómo podía sentir tanto por alguien que no sentía nada. El mundo y sus contradicciones, y nosotros seguíamos siendo algo utópico.

A veces pienso, cuando echo la mirada atrás, que no hemos sido tanto, que hemos vivido más en mi cabeza que con los pies en la tierra. Y, quizás, toda nuestra historia de persianas bajadas, de música a tope, de películas a medio acabar, de sábanas deshechas, de sueños por el día y de nosotros por la noche; toda nuestra historia, toda esta triste historia sólo puede contarse a través de tus ojos. Esta es la historia de cómo tus ojos no supieron mirarme.

400 días de no saber mirarme ni un segundo. Una historia de 400 días y 9 noches que pueden resumirse en tu manía de mirar hacia otro lado, en no saber nunca responderme. En tus maneras de vivir en un mundo que no es el tuyo, aún creyendo que llegará alguien para salvarte. Y yo ya no sé si disfrazarme de superhéroe, o romper cualquier noche tu ventana y decirte que me mires, que estoy aquí.

Esta es la historia de tus mentiras, de mis verdades; de tus cicatrices, de mis heridas; de tu pasado, de mi futuro. Esta es la historia en la que vuelves a mentir, otra vez, y yo vuelvo a mentirte diciendo que ayer dormí de puta madre. Y odio el mundo. Y el amor (aunque siga queriendo hacértelo). Esta es la historia de ''dime que me quieres, aunque mientas'', porque las verdades a veces duelen más que una caída desde tu boca. Esta es la historia de los ''no puedo más'' y seguir queriendo follarte hasta la mañana siguiente.

Esta es nuestra historia. Una historia de anemia sentimental, de espaldas cansadas, de amor, de odio (porque a veces lo hago a todos aquellos a los que miras como si fueran yo), de canciones que nos describían. Esta es la historia de una bonita antihistoria, en la que el superhéroe ama tanto al villano que se deja matar. Y otra vez se queda toda la ciudad sin salvar.