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viernes, 15 de febrero de 2013

Amnesia de ti.

Un día me enamoré de alguien. Ya no me acuerdo de cómo se llamaba. Ya no me acuerdo de su sonrisa. Ni de cómo se retorcía en la cama por las mañanas. Tampoco de cómo bailaba su canción preferida. Ni de cómo se sentaba a tocar la guitarra y a cantar su vida. Ni siquiera me acuerdo de cómo me miraba. Sólo me acuerdo de que me hacía poder volar, y eso no se me va a olvidar en la vida. Que me hacía tener alas, ese sentimiento de adrenalina de caer y volver a caer, pero nunca tocar al suelo. 

Y cuando estaba en lo más alto, de repente, me pegué la hostia de mi vida.

De repente, llega la amnesia. No queda otra, olvidar o vivir del recuerdo. Sobrevivir entre costuras rotas de sueños que había vivido.

He soñado tantas veces que te volvía a tener en mi cama, que ya no sé si cuando despierto estoy teniendo una pesadilla.

Pero sabes que ahí arriba solo se está una vez en la vida. Que solo existe 'mi mejor momento' una vez. Y estoy seguro que ya ha pasado. Que ya nos hemos olvidado. Que sólo nos quedan unos pocos déjà vu de nosotros.

Un déjà vu de tu sonrisa. Déjà vu de cuando bailabas y me pisabas los pies. De cuando tocabas la guitarra y de cuando me quedaba toda la puta noche mirando cómo dormías.

Ven a tocar la última canción, por favor. Aunque sea la canción de despedida. Pero vamos a ponerle punto y final a las historias que se quedaron con puntos suspensivos.

Ven a ponerme un punto y final a mis comas entre mis párrafos que hablaban de olvidarte y que no podía parar de escribir.

DÉJÀ VU DE ESTAR TAN ALTO QUE NO QUIERO VOLVER A BAJAR.



Así que, he decidido morir con ''nosotros''.

martes, 5 de febrero de 2013

El alquiler entre tus costillas.

Me rompen el corazón una vez más y, entonces, nadie puede volver a recomponerlo. Todo hecho pedazos. La del espejo ya no sé quién es. La del reflejo es una cabrona que aún se atreve a sonreír entre escombros, entre sentimientos hechos trizas.
No sé cuántas veces más me atreveré a escribirte, pero créeme que te digo que algún día dejaré de hacerlo. Dame unas caladas de eso, anda, que no quiero notar cómo mi mundo gira en torno al tuyo. Tus manos grandes, para que me protejas de los malos sueños. Y el rojo de tus ojos es mi color preferido. Y ya he perdido la cuenta de cuántas veces me he matado en la curva de tu sonrisa, o cuántas veces he intentado frenarme y el corazón no hacía más que acelerarse.He perdido la cuenta de cuántas veces me has hecho reír cuando debería llorar. Y he perdido la cuenta de cuántas veces has dado donde más dolía y yo solo pude ver tus ojos verdes achinados en el dolor.
Yo ya me he olvidado de bailar sin que me pisaras, sin que estuvieras tú enfrente. Ya me he olvidado de cómo fingir sonrisas. Ya no soy la misma, he cambiado. Nosotros hemos cambiado.
Si te vas, como dijo Romeo:<<Enséñame a olvidarme de pensar>>. Porque yo quiero vivir, y no aprender a sobrevivir, sin ti o con todas las mierdas que me depare el destino.
Vamos, quédate, he preparado café y música para dos.

domingo, 3 de febrero de 2013

Caleidoscopio de recuerdos.

Veo cómo viene hacia mí. Y es uno de esos momentos en que te vienen recuerdos a modo de flash: el cómo nos conocimos, su sonrisa, mi sonrisa, otra vez su sonrisa, sus putos ojos verdes, mis enredos en su pelo... Y llega a mi lado. Se sienta, con su típica postura y con sus gafas de sol. No sé, siempre que le miro sonrío, es puro instinto. Inclina la silla hacia atrás con el pie y también sonríe.
Nuestro silencio es mil veces mejor que cualquier palabra de otra persona. Cuando nos miramos, lo demás no importa. Es como estar leyendo poesía escrita con su piel. Y cuando hablamos, ¿eso? ¡Eso parece una puta canción de The Beatles! De esas que sobrepasan los límites de la música.
Así que cuando se levanta las gafas y me dice, mientras entrecierra un poco los ojos por el sol y sonríe:

Te quiero.

Yo, solo sé contestar:

Y yo.

Y, en realidad, me jode más decir <<y yo>> que quedarme callado. Porque <<y yo>> se me queda muy corto. ¡Joder! Es que es tan difícil de explicar con palabras...
Así que cojo sus gafas me las pongo y la imito en el gesto de levantárselas y decir:

Te quiero.

Entonces, me contesta:

Yo más. Mucho más.

E, inconscientemente, sé que tenía la respuesta y que ella la ha encontrado. La beso y luego dejo que pase el tiempo. Que le jodan a las manecillas del reloj, hay cosas mucho más poderosas.
Y, aunque sea nuestro principal enemigo, nosotros podemos contra mucho más que el tiempo.