Seguidores

Vistas de página en total

domingo, 9 de febrero de 2014

Dejemos de existir, pero sólo por momentos.

Todos ellos piensan que soy diferente.

Pero realmente yo veo normal estar preocupada constantemente de todo, del reflejo del espejo, de los pasillos del colegio, de cómo me mira aquel chico que nunca se ríe.

A veces yo tampoco me río mucho. Intento justificarme en el hecho de que no es una de las etapas más felices de mi vida. 

Me escondo en la música. Creo que hay canciones que se han escrito para mí. Cuentan mi historia, nuestra historia. 
Luego leo a gente que lo único que hace es nombrarte en todos sus versos, creyendo que cuando apareces por el final de la calle en dirección a mí, acabarás abrazándome y no dándome de hostias.
Después veo alguna película que no para de enseñarme cómo te vas.

Entonces yo me encierro en el baño. Alguien me enseñó que las debilidades no se deben mostrar, que nadie debe verte llorar. Que una lágrima es un punto flaco en el que los demás se pueden apoyar para hacerte daño. No sé quién fue el gilipollas que me lo dijo.

Pero me miro al espejo después de correr el pestillo y creo que tiene razón. Se me ve tan frágil que de un soplido alguien me podría romper. Así que cierro la ventana, para no correr riesgos de derrumbamiento. Me siento en la tapa del váter y me escondo en mi pelo, encojo las piernas y me abrazo a mí misma.

Nadie entiende mis leyes de derrumbamiento. Ni yo tampoco.
Porque a veces se quiebra un pilar y otras veces cruje una viga.

El caso es que siempre acaba todo esto en escombros y nadie quiere levantar después ni un ladrillo.

Entonces corro.
Salgo del baño.
Cojo papel y boli.
Y subo a la terraza.
Aquí nadie sabe que existo más que las nubes.
Que se atormentan.
Chocan, como mis pensamientos.
Y se unen en cantidades más grandes.
Amenazantes de llover.
Aquí sólo puedo ser yo.
Y el precipicio que se avecina.
Asomarse a grandes alturas.

<<Lo siento.>> es la única forma de empezar y de terminar una carta de suicidio.

Lo siento por no saber existir de mi mejor forma.
Lo siento por no saber ver nunca lo bueno.
Lo sientes por dejar de lado,
lo que siempre te viene de frente.
Así que me subo al precipicio,
imponente como la tormenta,
amenazando con caer,
como la lluvia.
Y entonces les doy la gran satisfacción
a todos esos que me miraban por encima
de un hombro que no me llegaba
a la altura de mis zapatos.
Y me dejo caer.
Ingrávida casi.
Con tan poco peso
como las gotas de agua.
Y me evaporo.
¿Lo ves?
Qué poco cuesta dejar de existir.
¿Lo ves?
Yo también puedo ser lluvia.

Y cuando llega el momento de la caída, despierto.
Me levanto sobresaltada, y me doy cuenta que no podría haber peor final que no dejar que la vida sea. Sea como sea.
Y entonces cojo mi libro favorito y empiezo a leer.

Y decido que esta es la mejor forma de dejar de existir.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Impresionante! Me has hecho sentirme identificada con cada palabra. Cuando parece que todo se rompe en pedazos, no hay mejor forma de sobrevivir que refugiarse en un buen libro, en palabras que hablan de otra vida... Gracias! :)

    ResponderEliminar
  3. Es que cada vez que leo algo tuyo me dejas sin palabras y no te puedo dejar un comentario tan bonito como te mereces, joder.

    ResponderEliminar