Seguidores

Vistas de página en total

lunes, 7 de abril de 2014

321

Nadie me ha dicho qué pasaba cuando el paisaje lo tenía dentro de la habitación y no fuera, cuando la taza de café quemaba demasiado, cuando echaba de menos demasiado, cuando me caía demasiado, cuando madrugaba demasiado, dormía demasiado, tenía demasiadas ojeras y no hacía lo suficiente para que volvieras.
Siempre me ha encantado el paisaje tercermundista que provocaba tu camiseta en mi suelo, tus pantalones en mi cabecera y yo muriéndome de hambre de ti. Para qué engañarnos, cuando entras a mi habitación hay material de sobra para hacer un documental sobre el huracán que provoca tu pestañeo, o los atardeceres de tus cruces de piernas, o cuando solo cruzabas de un lado a otro. Y empezabas a eclipsar cualquier foco de luz.
Espera, estoy empezando a hablar de eclipses y no paro de pensar en tus maneras de andar, retorciendo las calles rectas y convertiendo en avenidas callejones sin salida en los que estaba totalmente perdido. Has convertido selvas en desierto y has hecho nevar en pleno agosto, te has mojado con el fuego, y me has quemado con tu frío. Eso es eclipsar: ver llover hacia arriba y que el arcoiris se forme justo detrás de ti.


Deja ya de eclipsar.
Y vuelve a hacer amanecer en mi cuarto.

3 comentarios:

  1. Me has emocionado, no dejes de escribir!

    ResponderEliminar
  2. ¿Cómo puedes ser tan grande?
    No sería capaz de escoger mi parte favorita de este texto.
    Ojalá que nunca dejes de escribir, inspiras.

    ResponderEliminar
  3. precioso, como siempre, muy inspirador. Te dejo mi blog por si quisieras pasarte: http://nosetratadeldestin0sinodelviaje.blogspot.com Gracias :)

    ResponderEliminar