Seguidores

Vistas de página en total

lunes, 3 de marzo de 2014

Obviedades.

Supongamos que las miradas son árboles. 
Pues bien, tú eres viento y los arrancas todos de golpe.

Supongamos que vienes a decirme qué tal.
Y yo no sé contestarte que bien.
Porque la verdad, no estoy bien.
Al menos, no, si no te acercas un poco más.

Supongamos que luego tú sonríes
porque no he sabido contestar 
a tu mierda de pregunta.
Y yo me olvido de pensar.

Mira, no te puedo leer más.
Tienes las páginas dobladas,
las hojas marcadas,
las palabras subrayadas.

Mira, a veces creo que no.
Que no fue bonito.
Ni mientras duró.
Tú siempre tan tormenta
haciendo ese pequeño huracán
con tu pestañeo.
Y yo siempre tan devastado,
tan tercermundista,
que me moría de hambre de ti.

Mira, me quedo desnudo
y me acongojo en tus pasiones.
Pásame esa nota de suicidio,
que la voy a copiar.
La nota es el si bemol.
Y tú la sabes entonar.
Y lo que no sabes es el tono,
pero de mis sábanas.

Y luego miras que 
no haya nadie.
Y besas.
Te crees que Madrid sólo tiene
dos ojos y solo una gran vía.

Supongamos que los labios son árboles.
Pues bien, tú eres viento. Y los has talado.

Cuando te creas que el mundo no gira alrededor de ti y que eres tú quien gira alrededor de él, te darás cuenta de que sí.
Que eres viento.
Y que ojalá yo sea mundo.

1 comentario:

  1. Brutal. Me ha encantado, de verdad. El final devastador, sublime!! Enhorabuena.

    ResponderEliminar